ORGANIZACIÓN POLÍTICA DEL VIRREINATO
1. AUTORIDADES
CENTRALES O METROPOLITANAS (GOBIERNO DESDE ESPAÑA)
Para administrar
sus territorios, el gobierno español creó instituciones en España y en América. En la península fueron el rey, el Consejo de Indias y la
Casa de Contratación de Sevilla
A.
El rey
Durante
los casi tres siglos que América estuvo subordinada a España, ésta fue
gobernada por dos dinastías: los Habsburgo o casa de Austria (s. XVI y XVII); y, los
Borbones o casa de Francia (s. XVIII). Los reyes Habsburgo fueron Carlos I,
Felipe II, Felipe III, Felipe IV, y Carlos II. Como éste último falleció sin
dejar descendencia, hubo una guerra de sucesión que finalizó con el
establecimiento de la casa Borbón. Los reyes de esta dinastía hasta la
independencia del Perú fueron Felipe V, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y
Fernando VII.
El rey
era la suprema autoridad en España y sus colonias. Ejerció un gobierno
absolutista. Los reyes contaron con la ayuda de funcionarios
elegidos por ellos mismos. Era la cabeza del gobierno y tenía la última palabra en relación a la
legislación (reales cédulas) y todas las decisiones que se tomaran respecto al
Nuevo Mundo.
B.
El Consejo de Indias
El Real y
Supremo Consejo de Indias fue fundado en 1511 y reformado por Carlos I en 1524.
Estaba conformado principalmente por juristas. Debía elaborar leyes
y crear las instituciones necesarias para dominar ordenadamente los territorios
americanos. Poseía una amplia gama de atribuciones:
- Legislativas: elaboraba todas las leyes y decretos relacionados con las Indias en nombre del rey y con su debida aprobación.
- Políticas: demarcaba territorios, proponía autoridades, mantenía correspondencia con ellas y controlaba su conducta, mediante investigaciones o juicios de residencia.
- Judiciales: era tribunal de última instancia tanto en lo civil como en lo penal. Teóricamente, debía encargarse de proteger a los indígenas en el Nuevo Mundo.
- Financieras: estableció los impuestos a pagar y la forma de recolectarlos.
- Eclesiásticas: autorizaba la publicación de los documentos pontificios y organizó el cobro y repartición de los diezmos.
C.
La Casa de Contratación de Sevilla
Fue creado en 1503 por los Reyes Católicos. Se encargaba de los negocios con los
territorios americanos. Al principio sólo se dedicaba a reglamentar y
desarrollar el monopolio comercio entre la península y los territorios
americanos posteriormente sus funciones fueron ampliándose.
Como la Corona
Española estableció desde el principio que el único puerto del cual se podía
partir hacia América era Sevilla, llevaba registro de las personas y mercaderías que cruzaban el océano Atlántico.También controlaba los envíos de metales preciosos provenientes de América y
cobraba los impuestos de avería (de permanencia en el puerto) y de aduana, entre
otros. Asimismo, era un tribunal de justicia encargado de resolver los pleitos
entre comerciantes y marinos.Por
último, debía verificar que los pilotos fueran capaces de navegar a través de
mares y océanos, por lo que instituyó el cargo de «piloto mayor», quien debía
impartir los conocimientos básicos o verificar si los candidatos los tenían.Con el
correr de los años surgió una Escuela Náutica donde se elaboraron instrumentos
de navegación, mapas y se dictó cátedra de cosmografía.
D.
Las visitas y los juicios de residencia
Las visitas fueron investigaciones secretas a cargo de un
visitador elegido por el Consejo de Indias. Éstas podían ser de dos tipos:
específicas (aplicadas a una provincia o a un funcionario como resultado de
continuas quejas) o generales (inspecciones de todo un virreinato y sus
autoridades, de la más importante a la más insignificante). Su objetivo era
poner al descubierto actos y procedimientos ilegales.
Los juicios de residencia fueron exámenes judiciales públicos a
los que se sometían todos los funcionarios del gobierno al finalizar su
gestión. Después de avisar a la comunidad en pleno, los jueces recibían todo
tipo de acusaciones que aportaran datos y pruebas concretas en contra del
residenciado. No obstante, éste tenía el derecho de defenderse antes de ser
juzgado y podía presentar testimonios que lo favorecieran. Si era encontrado
culpable de algún delito o abuso de poder, las penas podían ser: prisión,
multa, expropiación de bienes, y hasta el destierro. Si, por el contrario, era
declarado inocente, se le tenía en cuenta para ascensos y cargos de confianza
en el futuro.
2. AUTORIDADES COLONIALES O VIRREINALES
El
virreinato del Perú fue creado en 1542, mediante las Leyes Nuevas. Su capital
se estableció en la ciudad de Lima. Las principales autoridades que permitían
su funcionamiento fueron:
A.
El virrey
Era la máxima autoridad dentro del virreinato peruano con amplios poderes, pero
siempre dentro del marco legal impuesto desde la metrópoli. Era el
representante personal del rey español. Como suprema autoridad del virreinato
fue el encargado de impartir justicia, administrar el tesoro público y velar
por la evangelización de los indígenas.
Su
elección estaba en manos del rey, pero era el Consejo de Indias quien proponía
a los candidatos. Para este cargo se escogió principalmente a nobles, pero
también a militares, abogados y, en ocasiones, eclesiásticos.
Cuando un
nuevo virrey llegaba a su jurisdicción recibía las memorias de su antecesor, en
las cuales podía encontrar una síntesis del estado general del virreinato.
Además, esta autoridad ya traía de España una serie de instrucciones y encargos
que cumplir. A pesar de que al virrey le competían todos los asuntos de
gobierno, guerra, economía, comercio, navegación, y regio patronato, su poder
estaba recortado por la obligación de consultar con el Consejo de Indias
algunas medidas que debía adoptar.
El primer
virrey del Perú fue Blasco Núñez de Vela y; el último fue José de la Serna.
B. Las Audiencias
Las
Audiencias eran jurisdicciones territoriales en que se dividía el virreinato
peruano. Se encargaban de la administración de justicia. Estaban compuestas por
jueces u oidores (juristas españoles que
asesoraban al virrey en los asuntos de gobierno). Cada cierto tiempo los
oidores debían realizar viajes de inspección por las provincias bajo su
jurisdicción y redactar informes para la metrópoli.
Una de sus atribuciones políticas era vigilar la ejecución de todas
las disposiciones reales relativas al gobierno del Estado y de la Iglesia.
Además, en caso de muerte del virrey, debía asumir el gobierno del
virreinato hasta la llegada de uno nuevo.
Entre sus
funciones judiciales estaba la de recibir las apelaciones de instancias
menores. Debía velar por el bienestar de los indígenas y atender especialmente
sus quejas y reclamos, por eso se nombró a una persona dedicada sólo a esta
gestión: el protector de naturales.
En 1544
llegó el primer virrey al Perú. Con él se estableció la Audiencia en Lima,
institución que debía colaborar con el gobierno del virreinato. Poco después,
la Audiencia de Lima se convirtió en Real Audiencia, y se crearon otras como
las de Panamá, Santa Fe de Bogotá, Charcas (La Plata), Quito, Chile, Buenos
Aires, Caracas y Cusco. Algunas se instituyeron en el siglo XVI, otras en el
XVII y las dos últimas en el XVIII.
C. Los corregimientos
Al
interior de las diversas Audiencias se encontraban los corregimientos, que eran
unidades administrativas territoriales. Cada corregimiento estaba a cargo de un
corregidor.
Un
requisito para elegir a los corregidores era que no hubieran nacido ni tuvieran
familia en la jurisdicción a la que iban a ser designados Por ello también
tenían prohibido casarse con mujeres de la zona, salvo que se les concediera
una dispensa especial.
Las funciones
del corregidor eran políticas y judiciales. Para cumplir a cabalidad con sus
funciones estaba obligado a hacer una gira anual por su distrito y verificar
que todo estuviera en orden.
Fueron,
quizás, los funcionarios más detestados por los indígenas, ya que, se
aprovechaban de ellos: organizaban la mita, cobraban impuestos excesivos, los
obligaban a trabajar para ellos y también a comprar productos traídos desde
España a precios exorbitantes, es decir, a un reparto forzoso de mercancías.
Este abuso de autoridad originó cientos de revueltas indígenas a lo largo de la
Colonia.
D. Las intendencias
En el
siglo XVIII los corregimientos fueron sustituidos por las intendencias
siguiendo la modernización de la corona española efectuada por los reyes
borbones. Estas nuevas jurisdicciones, de mayor envergadura, abarcaron varios
corregimientos. De esta manera, y a partir de 1784, el virreinato del Perú se
dividió en siete intendencias: Lima, Trujillo, Tarma, Huamanga, Cusco, Huancavelica
y Arequipa. Posteriormente se creó Puno.
Hay que
indicar que las intendencias se dividían en provincias llamadas partidos a
cargo de un subdelegado que dependía del intendente.
La mayor
parte de los intendentes fueron peninsulares, pues la Corona buscaba alejar a
los criollos del poder. Esta decisión tendría terribles consecuencias para España.
E.
Los
cabildos O AYUNTAMIENTOS
Los
cabildos o ayuntamientos fueron los municipios de la época y ocuparon el
escalón más bajo de la jerarquía administrativa. Actualmente se les
denomina municipalidades. Cada ciudad
fundada contaba con sus alcaldes y regidores, cargos que en su mayoría estuvieron
en manos de los criollos.
Tuvieron varias
funciones: repartir tierras entre los vecinos, organizar la policía local, dar
permisos de construcción, conservar las cárceles y caminos, inspeccionar
hospitales, vigilar precios locales, etc.
F. LOS CACIQUES
Descendientes
de curacas, algunos de estos pertenecían a la nobleza indígena, otros, eran nombrados.
Eran los «colaboradores» de la corona española, pero más directamente de los
corregidores. Fueron los intermediarios entre la administración colonial y la
población indígena. Entre sus principales funciones tenemos: cobraban el
tributo indígena para entregarlo a la Corona, colaboraban con el corregidor en
el reparto forzoso de las mercancías a los indígenas (repartimientos
mercantiles), reclutaban a los indígenas para enviarlos a mitar, colaboraban
con la Iglesia para la extirpación de idolatrías, etc
ORGANIZACIÓN
SOCIAL DEL VIRREINATO: LA REPÚBLICA DE ESPAÑOLES
1.
INTRODUCCIÓN
A partir de
1532, en los territorios del Tahuantinsuyo, se produjo una profunda e
irreversible transformación en la composición de la población y una
reestructuración de la sociedad indígena.
El Tahuantinsuyo
había albergado antes de la llegada de los españoles diversas razas y culturas
Cuando llegaron los conquistadores, éstos adoptaron el papel de grupo
dominante, colocando a todos los naturales, bajo el nombre de
"indios", dentro del grupo dominado. A estos dos grupos se sumó
posteriormente un tercero: el de los negros africanos llegados a América en
condición de esclavos.
De los tres
grupos antes mencionados, el mayoritario -es decir, el de los indígenas - ocupó
una posición subordinada y no tuvo privilegios. Por el contrario, los españoles
-que constituían la minoría de la población-, asumieron un rol predominante,
concentrando para sí todo el poder y ocupando un lugar hegemónico dentro de la
sociedad colonial peruana. Desde el principio, los esclavos fueron el último
grupo de la jerarquía social; sin embargo, muchas veces estuvieron más cercanos
al hombre blanco que al indígena por el tipo de trabajo al que fueron
dedicados.
Finalmente, es
importante destacar que estos tres grupos étnicos se mezclaron dando origen al
mestizaje, fenómeno que hoy es característico de la realidad peruana y
latinoamericana.
2.
CARACTERÍSTICAS
DE LA SOCIEDAD
Algunas
características generales de la sociedad virreinal, de alguna manera, están
presentes en la realidad de nuestro país actualmente.
De
España a América se trasladó una sociedad jerarquizada. Al interior de ella, se distinguían claramente
diferentes estratos o grupos.
La corona española
dividió legalmente a la sociedad en dos categorías: la "república de
españoles" y la "república de indios". En la primera, estuvieron
incluidos los españoles peninsulares, los criollos, y los mestizos legítimos,
es decir, los hijos de
españoles casados con mujeres indígenas. En la segunda fueron agrupados todos los indígenas y sus curacas. En teoría,
estas dos comunidades debían permanecer separadas, tenían sus propias
autoridades y obligaciones, e incluso vivían en lugares distintos. Pero, en
realidad, esto no era así, y la política del Estado fue desde el principio un rotundo fracaso. Cabe señalar que esta
división no consideró la aparición de nuevos grupos
-las castas-, que surgieron como resultado de la unión temprana de los grupos mencionados. Además, había una tercera categoría especial: la de los
esclavos africanos.
Otro
aspecto que debe mencionarse es que dentro de la sociedad virreinal hubo discriminación
racial. Se dio la «pigmentocracia», sistema por el cual los grupos eran
clasificados de acuerdo al color de su piel. Obviamente,
en el estrato superior estaban los blancos. Al principio sólo había tres grupos
(españoles, indígenas y negros), pero esto fue cambiando a medida que se producía el mestizaje.
Todo
lo mencionado anteriormente puede dar la impresión de que
la sociedad virreinal era
estática y de grupos cerrados. Sin embargo,
existía la posibilidad de ascender e incluso descender dentro de la pirámide social hacia uno y otro grupo. Pero, aunque la
movilización social era posible, tampoco debe creerse que era muy fácil. La
riqueza, las mercedes reales, los trabajos desempeñados y las familias con quienes las personas se relacionaban eran
factores importantísimos para ubicarse dentro de la sociedad.
3.
LA REPUBLICA DE ESPAÑOLES
A. Los
Chapetones o peninsulares
Los
españoles conformaron desde el principio una minoría que, aunque fue creciendo,
nunca llegó a compararse numéricamente a la mayoría indígena. Con la invasión,
las autoridades indígenas fueron desplazadas y sustituidas por las españolas,
que asumieron el dominio y control de la población.
Aunque
estaban ubicados en el sector más alto de la pirámide social, no todos los
españoles eran poderosos y ricos. Encomenderos, hacendados, comerciantes, mineros y
burócratas fueron los más privilegiados. A ellos debe añadirse un grupo de
nobles (condes, duques y marqueses) llegados a las Indias como parte del
séquito de virreyes y demás autoridades importantes (altos funcionarios civiles
y eclesiásticos). Conocidos bajo el nombre de paniaguados, los allegados a
estas poderosas autoridades fueron los principales candidatos a recibir prebendas y trabajos dentro de la
jerarquía estatal. Una vez en el Perú, muchos se relacionaron y casaron con
mujeres americanas, estableciéndose en el
Nuevo Mundo definitivamente.
La mayoría eran
españoles llegaron de la península en busca de nuevas oportunidades, con las
expectativas de conseguir una encomienda o descubrir nuevos y ricos
territorios. Ello nunca se hizo
realidad. Sin embargo, gran parte de esta
gente se fue acomodando en las diferentes actividades económicas.
La
llegada de peninsulares hacia América fue asegurada por el Estado español, que
hasta el siglo XVII fomentó el traslado de centenares de españoles y sus
familias. Poco tiempo después de la conquista se procedió a diferenciar a
aquellos españoles venidos desde Europa, llamados "peninsulares" o
"chapetones", de
aquellos nacidos en América, los "criollos". En una misma familia
podía haber un hijo peninsular y un hijo criollo. Como verás más adelante,
pronto surgió una fuerte rivalidad entre
ambos sectores, que se manifestó en conflictos por el poder y el prestigio
social.
B.
La legislación para migrar a Indias
Desde el principio la
Corona estableció una política de migración y población. Aunque ésta no fue
cumplida en su totalidad durante la Colonia, por lo menos quedaron sentadas
ciertas bases desde el inicio: todos aquellos que deseaban viajar a América debían pedir la autorización de
la Casa de Contratación de Sevilla.
Para recibirla, cada individuo debía informar sobre sus orígenes, pues
estaban prohibidos de migrar judíos, moros y/o conversos recientes, así como personas que hubieran sido juzgadas por la
Inquisición.
Tampoco estaba
permitido el afincamiento de extranjeros en el Nuevo Mundo, pues el rey temía que
sus posesiones, tan lejos de la metrópoli, pudieran ser atacadas por alguna potencia enemiga. La ley no autorizó el destierro de criminales a los territorios de
ultramar, por el contrario, promovió el asentamiento de colonos honrados y que
tuvieran una profesión u oficio, por ejemplo los campesinos o artesanos.
Del mismo modo, la
Corona promovió la migración de mujeres solteras para que
pudieran casarse con los españoles que poblaban América, así como la reunión
de aquellas familias que se hubiera separado por algún motivo. Incluso
dio plazos para que los esposos fueran a recoger a sus mujeres e hijos a la
metrópoli. Con estas leyes, se trataron de combatir las relaciones extramaritales
y los matrimonios mixtos entre hispanos y nativos.
C.
Los criollos
Con este término se denominaba a los hijos de
españoles nacidos en Indias y todos sus
descendientes. Este sector tomó conciencia de su situación desventajosa, pues
las funciones de gobierno dentro del virreinato eran encomendadas a los
peninsulares que iban llegando. Aunque originalmente los criollos estuvieron
considerados dentro del grupo de los españoles, pues la ley así lo establecía ("república de españoles"),
poco a poco y muy sutilmente fueron quedando relegados.
Los
conflictos entre criollos y peninsulares se hicieron presentes desde el siglo
XVI: los primeros reclamaban participación como dirigentes, e incluso pretendían acaparar la mayor cantidad de puestos
afirmando que ellos conocían mejor estas tierras y sus necesidades.
Uno de los más fuertes
reclamos hechos por los criollos estuvo relacionado con
las encomiendas. Durante muchos años, los descendientes de los conquistadores
buscaron obtener la perpetuidad de las encomiendas para mantener su status
social, pero ésta no les fue concedida pues el rey consideraba que podrían ser
un peligro para su autoridad si adquirían poder.
Llegado
el siglo XVII, la presión ejercida por los criollos creció enormemente. Con
el tiempo, fueron ascendiendo dentro de la escala social y, en consecuencia,
dentro de la jerarquía administrativa y de gobierno. Tanto es así que en el siglo XVIII
llegaron casi a dominar La Real Audiencia de Lima, órgano poderosísimo de la política colonial.
Los criollos fueron
encomenderos, hacendados y ganaderos, tuvieron obrajes y fincas urbanas. Su
patrimonio fue transmitido de generación en generación gracias al mayorazgo, derecho concedido al primogénito que lo hacía
heredero de todos los bienes de una familia. Así se mantenían unidas y consolidadas
todas las posesiones. Recomendaciones de virreyes y otros funcionarios hicieron ver a la monarquía el amor de los
criollos por la tierra en que habían nacido
y la poca identificación con España.
ORGANIZACIÓN
SOCIAL DEL VIRREINATO: LA REPUBLICA DE INDIOS, ESCLAVOS Y CASTAS
1.
LA REPUBLICA DE INDIOS
A.
Características
La
república de indios estaba conformada por dos grupos: los indios nobles y los
indios del común
Fueron
considerados vasallos del Rey de España, pero eran considerados legalmente
menores de edad, ya que, estaban bajo la protección de la Corona española.
La población indígena fue durante muchos años mayoritaria, y
sólo en el siglo XVIII empezó a perder terreno frente a los mestizos. En el
siglo XVI, la población de indígenas sufrió un fuerte descenso demográfico que
ocasionó el despoblamiento de ciertos lugares. Ya a mediados del XVII este
proceso se detuvo e incluso se invirtió, aunque la población indígena nunca se
recuperó totalmente.
Si bien las leyes garantizaban que la "república de
indios" estuviera situada inmediatamente después de la «república de
españoles» como vasallos y tributarios de la Corona española, en realidad los
indígenas - con excepción de los indios nobles -, fueron colocados al final de
la pirámide social, incluso debajo de las castas. Su estatus social fue el de
grupo dominado.
B.
Los indios
nobles
La república de indios se
encontraba encabezada por los indígenas nobles, descendientes de los incas y los grandes señores de la
época del Tahuantinsuyo, todos los cuales fueron distinguidos luego de la
conquista en la búsqueda de la construcción de la nueva sociedad.
Lamentablemente, las insurrecciones indígenas y la resistencia de Vilcabamba
privaron a muchos del reconocimiento dispensado por la metrópoli, por lo que en
el siglo XVII sólo los indígenas nobles que supieron agenciarse un cacicazgo
pudieron conservar poder y prestigio. Durante el siglo XVIII, algunas familias
de descendientes incaicos aprovecharon la reputación de sus ancestros para
conseguir una posición prominente dentro del mundo colonial.
Los caciques estaban exentos de tributos, mitas y
otras contribuciones y, en buena medida, funcionaban como nexos entre las
poblaciones nativas y los funcionarios virreinales. Algunos de estos
caciques supieron utilizar su prestigio étnico para enriquecerse de una manera
muy occidental, apropiándose de las tierras comunales, alquilando la fuerza
laboral del aillu, jugando con la conversión del tributo, vendiendo los turnos
de la mita, etc.
Algunos curacas demostraron grandes dotes mercantiles y
pronto fueron dueños de plantaciones, navíos, circuitos comerciales y grandes
fortunas llegando a ser considerados como «exitosos peninsulares de piel
india».
C.
Los indios del común
Sin embargo, otra fue la situación de los indígenas
del común, quienes se vieron afectados por la dureza de la mita, el tributo
y el reparto mercantil en las reducciones donde vivían. Uno de los momentos
críticos en la vida de los indígenas del común sucedía al acercarse a los
dieciocho años, pues a partir de ese instante se hallaban sujetos a todas esas
obligaciones. Por esto, muchos preferían fugarse rumbo a otra comunidad, alguna
hacienda o hacia alguna ciudad para evitar tal carga. Así, hubo lugares
inhóspitos como Potosí cuya población estuvo compuesta por muchos indígenas
fugados convertidos en yanaconas.
El sistema de mitas reservaba a los trabajadores para los
mayores productores, por lo que una gran cantidad de hacendados, pequeños
mineros y otros empresarios estaban dispuestos a acoger a los indios forasteros para que trabajaran por un
sueldo. La escasa y cara mano de obra hizo que los pequeños productores
contrataran constantemente a estos indígenas.
2.
LOS NEGROS Y LA
ESCLAVITUD
El tercer
elemento étnico en incorporarse a la realidad colonial fueron los negros
africanos. Si bien al principio constituyeron un grupo pequeño, éste empezó a crecer vertiginosamente. La importación
de esclavos estuvo estrechamente relacionada con la caída demográfica de la
población indígena y la política de la Corona de proteger a los naturales y
acallar las protestas lideradas por Bartolomé de las Casas, al mismo
tiempo que se proveía a los virreinatos de una mano de obra vigorosa para el
trabajo de las minas y tierras. Los
esclavos, llamados "piezas de ébano", se convirtieron en uno de los
productos de comercialización más cotizados.
Según su estadio en América se
realizó una diferenciación entre los esclavos: bozal, era el esclavo recién
llegado de África; y, ladino, el que
tiene un tiempo en América, habla español y domina alguna actividad artesanal.
Secuestrados por los comerciantes
portugueses, que eran los únicos con derechos sobre las costas africanas, llegaban a América tras largos días de viajes en
sucias embarcaciones, hacinados, mal alimentados y carentes de higiene. Muchos morían en el camino, y sólo los
más fuertes lograban sobrevivir. Después de
comprados la mayoría fue concentrada en la Costa (especialmente Lima y
Trujillo) y dedicada al trabajo en las haciendas o en las ciudades como servicio
doméstico. Algunos también aprendieron habilidades artesanales, por lo que eran alquilados por sus amos, quienes
preferían percibir una renta. Aunque se solía afirmar que los negros no se
adaptaron a las alturas, hoy se sabe que esto no fue cierto: cientos de
ellos vivieron en las zonas más altas de los
Andes, como por ejemplo en Potosí.
Gran parte de este sector de la
sociedad convivió estrechamente con los españoles,
compartiendo en muchos casos el distanciamiento de los blancos respecto de los
indígenas.
Existieron
innumerables casos de esclavos y amos que desarrollaron vínculos de afecto y
respeto, lo que se tradujo en un significativo número
de manumisiones o esclavos libertos. Sin embargo, esta situación no
fue una regla, también se han podido registrar rebeliones de esclavos o huidas individuales y masivas: el cimarronaje.
Esta gente se reunió en pequeñas
comunidades, conocidas como "palenques".
3.
LAS CASTAS
A. LOS MESTIZOS
A inicios de la conquista, la desproporción entre hombres
y mujeres de España fue muy marcada. Había una
mujer por cada diez hombres. En parte ello explica el
nacimiento de numerosos niños mestizos como producto de
la unión entre varones hispanos y mujeres indígenas. Muchas de estas
mujeres fueron mantenidas como "compañeras" por años, aunque pocas
veces los españoles se casaron con ellas y, por lo general, fueron abandonadas a la llegada de blancas.
Los mestizos conformaron el grupo social más rápidamente aculturado,
es decir, aquel que se asimiló a la cultura hispana con mayor velocidad. No obstante, como la mayoría de ellos
eran ilegítimos fueron discriminados. Ello produjo el desarraigo de estas
personas, que no siempre se identificaron con ninguno de los grupos de
los que procedían. Para discriminarlos se adujeron
motivos raciales -eran "hijos de indias"- además de razones políticas
y de seguridad -tenían vínculos con los indígenas-.
Muchos de ellos lograron "españolizarse" -si el dinero y el
color de la piel se lo permitían-, pero la mayoría fue rechazada y se dedicó al
vagabundeo, por lo que tenía fama de ser gente de mal vivir.
B.
OTRAS
CASTAS
Con el paso
del tiempo y la mezcla de razas aparecieron nuevos términos para nombrar a los nuevos grupos raciales.
Además de
mestizo, mulato y zambo, en el virreinato del Perú se usaron los siguientes
términos: mulato -unión de español y negro-; zambo -unión de negro e indígena-; castizo
-unión de español y mestizo (también se los
llamó albinos o cuarterones, éstos eran como españoles)-; cholo -unión de mestizo e indígena-; chino -unión de mulato
e indígena-; saltatrás -unión en que uno de los componentes tenía un
abuelo o bisabuelo negro-. También
fueron denominados cuarterones o quinterones aquellas personas que tenían una cuarta o quinta parte de su sangre
india o negra, pero cuyo aspecto era bastante "blanco". Conocemos de
la existencia de estas clasificaciones gracias a los censos de población de
aquella época.
Hoy en día estos grupos, que se han mezclado aun más, conforman la
mayoría de la población peruana.) Por eso decimos que la nuestra es una nación
de mestizos o mezclados, en la que «el que no tiene
de inga (inca o indígena), tiene de mandinga (negro)".
ORGANIZACIÓN ECONOMICA DEL
VIRREINATO: MINERIA, AGRICULTURA, GANADERÍA Y OBRAJES
1.
LA
MINERÍA
A. LAS PRINCIPALES MINAS
a.
El
Cerro Rico de Potosi
Las minas de plata de la Villa
Imperial de Potosí se encontraban en el cerro que domina el paisaje de la
ciudad. Actualmente se encuentra en el país de Bolivia. Las minas de este cerro
eran de dos tipos: de tajo abierto y de socavón. Al primer tipo correspondían
las cuatro vetas principales que corrían desde la punta del cerro hacia abajo.
Las vetas se llamaban Mendieta, Centeno, Veta Rica y del Estaño. Las minas correspondientes al tipo
socavón consistían en un hueco que se hacía en la ladera del monte como entrada
hacia unas profundas galerías que se internaban en el cerro. Estos túneles eran
extremadamente estrechos y de poca altura, y existían tantos que uno podía
entrar por una mina y salir por otra.
b.
El
metal líquido: las minas de azogue de Huancavelica
Desde 1558 se
conocía la existencia de yacimientos de mercurio o azogue en el Perú, pero no
fue sino hasta 1564 que se descubrió el gran yacimiento de Huancavelica. La
producción de mercurio aumentó notablemente cuando, en 1571, Pedro Fernández de
Velasco perfeccionó el método de la amalgama introducido al Perú por Enrique
Garcés más de diez años atrás.
B.
LA
PRODUCCIÓN DE PLATA
a.
Extracción
de la plata
La plata se
extraía del cerro de Potosí de una manera muy sencilla. Los minerales se
sacaban de las paredes de las minas y se llevaban a un centro de acopio dentro
de la misma galería. Allí, el mineral era partido en trozos para hacer más
fácil su traslado hacia la entrada de la mina. En este lugar se descartaban los
trozos de piedra que no parecían tener plata.
b. Impuesto minero: quinto real
La actividad minera
estaba gravada con un impuesto denominado el quinto real. Según el cual el
veinte por ciento de la producción minera tenía que entregarse a la corona
española. Este impuesto se constituyó en el principal ingreso de la corona
española durante el virreinato peruano.
c. Los ingenios:
moliendo la plata
Los ingenios eran
grandes molinos donde se trituraba el mineral hasta pulverizarlo, para luego
purificarlo mediante la amalgama. Esta consistía en mezclar la plata molida con
el azogue o mercurio para purificarla.
d. Etapas en la
producción de plata durante el virreinato
La extracción de
plata de Potosí pasó por tres etapas:
• La primera empezó
con el descubrimiento de las minas y terminó con la introducción del método de
la amalgamación. Se caracterizó por la explotación de las ricas vetas
superficiales, la utilización de poca mano de obra y el método andino de las
guayras para purificar el mineral.
• La segunda se
extendió a lo largo de los veinte años siguientes, cuando la producción creció
rápidamente hasta su punto más elevado en torno a 1590. Ella debido a la
introducción del método de la amalgama para la purificación de la plata. Esta
etapa estuvo dominada por las reformas del virrey Toledo, que conocemos
bastante bien.
• La tercera abarcó
los siguientes 140 años, y en ella la producción fue decayendo gradualmente,
con breves períodos de recuperación, hasta alcanzar un nivel extremadamente
bajo a principios del siglo XVIII.
2.
LA AGRICULTURA Y LA GANADERIA
A.
Nuevos cultivos y
nuevos animales
Los españoles trajeron consigo
una gran cantidad de plantas y animales hasta entonces desconocidos en América,
como por ejemplo el trigo, la vid, el olivo, la caña de azúcar, las gallinas,
los cerdos, las vacas, las ovejas, caballos, asnos. También un nuevo y útil
animal de carga: la mula.
B.
Las
haciendas
Las haciendas en
el Perú tuvieron su origen en las mercedes reales y en la composición de
tierras.
Las mercedes reales
eran las antiguas tierras del sol o del Inca que su nuevo dueño, el rey de
España, donaba a los ciudadanos más importantes. La producción de estas tierras
estaba destinada a abastecer de alimento a las ciudades cercanas.
Las
composiciones eran títulos de propiedad que españoles, mestizos e indígenas
compraban a la Corona española para asegurar su posesión sobre la tierra. Las
composiciones se otorgaron generalmente sobre las tierras vacantes, es decir,
aquellas tierras de cultivo que por causa de las reducciones y la caída
demográfica fueron abandonadas por la población nativa y luego subastadas por
la Corona española.
Generalmente los
trabajadores de las haciendas eran forzados a laborar en ellas, los indígenas
lo hacían como mitayos o yanaconas. En la costa se utilizó, además de los
indígenas, a trabajadores de origen africano que vinieron al Perú en condición
de esclavos.
3. EL TRABAJO MANUAL: GREMIOS Y OBRAJES
A.
Los
talleres urbanos: los gremios
Los gremios eran
instituciones de origen medieval que agrupaban a todos los artesanos de una
ciudad dedicados a un mismo oficio. Por ejemplo, en Lima existía el gremio de
los sombrereros, herreros, espaderos, sederos, cajeros, plateros, zapateros,
alfareros, etc.
Entre los tipos de
trabajadores, los menos privilegiados eran los aprendices. Éstos eran niños o
jóvenes que trabajaban de manera gratuita para el dueño del taller mientras
aprendían el oficio. Obviamente, los propietarios del taller trataban de
prolongar lo más posible este período de aprendizaje.
Además de los
aprendices trabajaban en el taller los oficiales. Ellos trabajaban a cambio de
un salario y, como sabían tanto del oficio como el dueño, aspiraban a tener su
propio taller. Sobre los dos anteriores se encontraba el maestro, que era el propietario.
Sólo él pertenecía de manera efectiva al gremio. El gremio era una asociación
de dueños de talleres que se reunían para ponerse de acuerdo sobre la calidad,
cantidad y precio de sus productos.
B. Los obrajes
Los
obrajes eran talleres textiles que se encontraban en las zonas rurales del
virreinato peruano, en especial en la sierra. En los obrajes se producían telas
de lana y algodón en cantidades tan importantes que satisfacían la demanda del
virreinato. Para evitar que estos talleres rurales hicieran competencia a los
textiles traídos de España, el monarca dio una serie de disposiciones que
limitaban el crecimiento de los obrajes, pero la legislación no tuvo mayores
efectos prácticos.
No había un
patrón para el tamaño de los obrajes, los podíamos encontrar grandes o
pequeños. Éstos últimos se conocían como chorrillos. Al igual que en las otras
actividades económicas la mano de obra en los talleres rurales era forzada y
provenía básicamente de la mita.
4.
LOS
CORREGIDORES Y LA POBLACIÓN INDIGENA
Cuando la Corona
creó el cargo de corregidor de indios (1565) tenía una doble intención: limitar
el poder de los encomenderos y «corregir» los abusos de éstos contra la
población nativa. Pero los resultados no fueron los esperados, pues los
corregidores utilizaron para su provecho todo el poder que el Estado les había
otorgado, sin importarles la suerte de los indígenas.
Estos
funcionarios solían cometer una serie de abusos: cobraban más de lo debido y
obligaban a los caciques a pagar los tributos de los indígenas que habían
emigrado hacia otras regiones.
A pesar de todas
las prohibiciones, los corregidores se dedicaron al comercio, utilizando como
capital para esta actividad el tributo indígena que debían recaudar. Estos
funcionarios solían revender los productos que los nativos entregaban como
tributo, ganando así mucho dinero. Por eso, cuando la Corona decidió reemplazar
el pago del tributo en productos por el pago en moneda, los corregidores
prefirieron seguir cobrándolo en especies.
5.
LA
FORMA DE TRABAJO DE LOS INDÍGENAS
A.
La
mita minera
Generalmente
asociamos el concepto de mita al trabajo forzado en las minas, pero este
sistema también se utilizó para la construcción de caminos y edificios
públicos, servicios de correo, trabajos en haciendas, talleres textiles y
cuidado de ganado. En suma, la mita fue la base de la economía estatal y
privada.
Las mitas más famosas fueron las de Huancavelica y
Potosí. Estas mitas fueron en parte responsables de la creación del gran
circuito comercial alrededor de estos centros mineros. Recordemos que alrededor
de 13500 tributarios trabajaban en Potosí. Esto quiere decir que por lo menos 27000 personas viajaban anualmente a
estas minas, pues los mitayos
viajaban acompañados de su familia. Además, llevaban consigo llamas, cestos de coca, tejidos, ají y otros productos
para vender y poder mantenerse en esa
ciudad.
Además de sus propios bienes, los mitayos también
llevaban los productos que sus curacas les habían encargado vender. Estos
negocios eran tan rentables que muchos curacas y algunos indígenas llegaron a
tener tiendas y casas en Potosí. Como podemos apreciar, la mita no sólo fue
importante como actividad minera, sino que también dio
origen a una intensa actividad comercial.
B.
Los trabajadores libres
Durante
la Colonia se llamó originarios a los indígenas que residían de manera
permanente en el pueblo donde habían nacido. Estos originarios estaban obligados a tributar y a servir en la mita. En
cambio, a los indígenas que vivían en las ciudades o fuera de sus
pueblos se les llamó forasteros y no estaban obligados a tributar. Esto motivó
que muchos indígenas huyeran de sus pueblos
de origen, y que buena parte de la población andina prefiriese quedarse en la
ciudad de Potosí después de haber terminado su turno como mitayos, empleándose
en las minas como trabajadores libres. Estos trabajadores recibían un salario
mucho mayor que el del mitayo, pues se ocupaban de tareas más especializadas. A este tipo de trabajo se le
llamó minga y al trabajador se le
conoció con el nombre de mingado.
Cuando un
curaca no podía entregar para la mita la cantidad completa de tributarios
solicitada, por encontrarse éstos enfermos o haber huido en el camino, debía pagar la cantidad de dinero necesaria para
contratar a un mingado. A este pago
se le llamó la mita de faltriquera.
C.
Los yanaconas
En tiempos de los incas, los yanaconas fueron personas que eran
alejadas de su ayllu para prestar servicios al inca o a algún curaca. Al llegar
los españoles a los Andes, se atribuyeron a los yanaconas para sí. Con el paso
del tiempo, se llamó yanaconas al poblador andino que había huido de su pueblo
para no pagar tributo ni hacer mita y se ponía al servicio de algún español
que, a cambio, le brindaba una parcela de tierra para su mantención además de
alimento y protección. Los yanaconas hacían diversos trabajos para sus
"amos", tales como cultivar en las haciendas, cuidar el ganado,
realizar el trabajo doméstico, etc.
ORGANIZACIÓN
ECONÓMICA DEL VIRREINATO: EL MONOPOLIO COMERCIAL Y EL SISTEMA FINANCIERO
1.
EL MONOPOLIO COMERCIAL
De
acuerdo con los principios mercantilistas europeos, la política española en las
colonias americanas se orientaba a incrementar y hacer más eficiente la
producción y transporte de metales preciosos de alto valor en el mercado
europeo.
Así,
España trató de establecer un monopolio comercial con sus colonias, es decir,
éstas sólo podían intercambiar productos con la corona española. El Perú sólo
podía comerciar con España y con ningún otro país europeo, ni con otra colonia
española en América.
Sin
embargo, no debemos pensar que el monopolio comercial era demasiado riguroso,
pues desde muy pronto el contrabando, el comercio con otras colonias y las
incursiones de los piratas se encargaron de debilitarlo.
A.
INSTITUCIONES
MERCANTILES
a.
La Casa de Contratación de Sevilla
La Casa
de Contratación de Sevilla fue creada para reglamentar el comercio entre España
y sus colonias americanas. Era la encargada de organizar todo el monopolio
comercial. Nada podía salir ni llegar sin el consentimiento de la Casa de
Contratación, ya sea por cuenta de un comerciante particular o del mismo rey.
b. El
Tribunal del Consulado de Lima
El Tribunal del Consulado fue la organización que desde principios
del siglo XVII representó a los grandes comerciantes peruanos, en especial
limeños. Este organismo se encargaba de resolver todos los problemas legales
originados a partir de las actividades mercantiles en el Perú.
Asimismo, se convirtió en el único distribuidor en América del Sur
de las mercancías provenientes de España a través del los puertos de Portobelo
y Panamá. Para proteger sus bienes de los ataques piratas, los miembros del
Tribunal organizaron la Armada del Mar del Sur, compuesta por una escuadra de
galeones y navíos mercantes. Esta flota, además, se encargaba de llevar a
Panamá la plata para el rey proveniente de las minas de Potosí.
Además, debido a los grandes recursos que manejaban, los
comerciantes peruanos se convirtieron en prestamistas de la Corona española, lo
que acrecentó su poder económico y político.
B. El sistema de flotas y galeones
Para
evitar que los piratas y corsarios atacaran los barcos mercantes españoles que
se iban o venían de América, la Corona decidió crear el sistema de flotas y
galeones, sistema mediante el cual todos los navíos mercantes debían navegar en
convoy bajo la protección de barcos de guerra. Fue a partir de 1564 que este
sistema se organizó en dos grandes convoyes:
La flota: formada
por varios barcos mercantes (provistos con algunos cañones) custodiados por dos
galeones fuertemente armados. Estas naves salían una vez al año de Sevilla
(entre abril y mayo) con destino al puerto de Veracruz, Nueva España (México).
Los
galeones: compuestos por varios navíos mercantes y una armada de galeones.
Una vez al año, entre julio y agosto, estas embarcaciones partían de Sevilla
hacia Portobelo (haciendo escala en Cartagena de Indias, Colombia), donde se
realizaba una importante feria a la cual acudían los comerciantes limeños para
comprar los productos españoles (vinos, finos textiles, etc.). Luego, estos
comerciantes trasladaban por tierra estos productos hasta Panamá, de donde los
embarcaban al Callao utilizando la Armada del Mar del Sur, y de ahí los
distribuían por todo el virreinato peruano.
El
sistema de flotas y galeones era extremadamente lento y complicado.
Esta
forma de comercialización favorecía notablemente a los mercaderes sevillanos,
pues al controlar la cantidad y calidad de los productos podían fijar también
los precios, que algunas veces eran de 300 a 400% mayores que en España.
Obviamente,
esto era contrario a los intereses de los comerciantes de las colonias, porque
además de los precios inflados debían pagar una serie de impuestos a la Corona
por sus mercancías.
Por ello,
los comerciantes limeños recurrieron al contrabando y la evasión de impuestos
para mantener sus negocios.
C. Impuesto comerciales
Existían impuestos relacionados con el comercio que originaban
importantes ingresos para la Corona:
· La avería, impuesto que
se cobraba al comercio marítimo, para mantener el sistema de flotas y galeones,
fortalecer los puertos y conservar en óptimas condiciones el camino, de
Portobelo a Panamá.
· El almojarifazgo,
impuesto de aproximadamente el 5% al valor de las mercancías importadas o
exportadas.
· La alcabala, impuesto
que debía pagarse en toda venta y compra de productos o bienes. Generalmente
esta contribución era cancelada por el vendedor.
D.
EL DESTINO DE LOS METALES PRECIOSOS
a.
El quinto
real
Como sabemos, el papel fundamental del Perú colonial era abastecer
a España de metales preciosos, como la plata. Por ello, una vez culminadas las
guerras civiles; y, establecida la autoridad real en el virreinato, el
principal interés de la Corona fue mejorar la producción de plata de las minas
de Potosí.
Esto se logró mediante la instauración del régimen de la mita por
el virrey Toledo, la introducción del método de la amalgama y el descubrimiento
de las minas de mercurio en Huancavelica.
El Estado se beneficiaba con la plata de la minas de Potosí a
través del cobro de impuestos. Toda la plata obtenida en los yacimientos
americanos debía ser sellada en la Casa de la Moneda. El minero debía entregar
al rey, como impuesto, la quinta parte de toda la plata sellada. A este
impuesto se le llamó el quinto real. La plata correspondiente al quinto real
era trasladada por tierra hasta Arica y de ahí embarcada al Callao y de este
puerto a Panamá. Luego se llevaba una vez más por tierra hasta Portobelo y
finalmente era embarcada con destino a Sevilla.
b.
El destino de la plata americana en Europa.
El imperio español era demasiado grande y sostenía un estado casi
permanente de guerra con otros reinos europeos. El gasto necesario para
mantener a la burocracia, ejército y flota era impresionante. Para ello, el
monarca necesitaba constantemente grandes cantidades de oro y plata.
Las principales fuentes de ingresos de la Corona española
provenían de los impuestos que se cobraba en Castilla y de la plata proveniente
de América. Pero como la recaudación de ambos era muy lenta, el monarca se vio
obligado a pedir prestado dinero a los banqueros -de preferencia extranjeros y
sobre todo holandeses-, ofreciendo como garantía los ingresos derivados del
pago de impuestos en Castilla y América. Así, en muchas ocasiones la plata
procedente del Perú estaba hipotecada antes de ser embarcada para Sevilla.
Este fenómeno trajo dos consecuencias importantes: la primera, es
que debido a la necesidad de capitales, la Corona española dependió
económicamente de sus colonias; y, la segunda que España se convirtió, en la
gran distribuidora de la plata americana al resto de Europa.
2.
EL
SISTEMA FISCAL O TRIBUTARIO
Entre los principales impuestos que se establecieron durante
la época virreinal tenemos:
tributo
indígena
Lo pagaban los indígenas a partir de los 18 a los 50 años. Se daba
alimentos o producción, o en todo caso monedas. En tiempos del virrey Toledo se
registró 1 069 697 indios tributarios siendo el promedio de sus impuestos, la
suma de 1 384 228 pesos anuales.
quinto
Real
Consistía en pagar al rey, mediante las autoridades fiscales
del virreinato, la quinta parte o 20% de lo extraído de las minas o tesoros
encontrados. Esto era pagado por peninsulares o criollos, que eran propietarios
de minas o que se dedicasen a minería.
Alcabala
Se introdujo en la última década del siglo XVI para costear
los gastos derivados de la Armada del Mar del Sur; se le aplicaba a toda
mercancía vendida (al 2 % de su valor la que salía del puerto y al 5 % a la que
entraba), con excepción de la coca (de consumo indígena).
almojarifazgo
Vendría a ser un
impuesto aduanero que representaba el 10 % del valor de las mercaderías que se
importaban por los puertos americanos. También se aplicaba a la salida o
exportación de productos.
avería
Se destinó a los
gastos de defensa contra los piratas, y consistía en un medio por ciento del
valor de las mercaderías transportadas por mar. Empezándose a cobrar a partir
de las incursiones de Francis Drake, corsario del siglo XVI.
Diezmo
Fue un impuesto
establecido a favor de la Iglesia, y comprendía el 10 % de todo lo producido en
un ejercicio. Los diezmos eran distribuidos por el rey de la manera siguiente:
1/9 para el rey, 1/4 para el obispo, 1/4 para la catedral y lo demás para el
resto del clero secular.
la
media anata
Fue un impuesto de
hasta 50% de los ingresos que afectaba a las personas que asumirían un cargo
político-administrativo, pero antes de ejercerlo.
La composición
Fue un ingreso extraordinario de la Corona, proveniente de la
legalización de la propiedad sobre las tierras que habían sido materia de los
repartos entre los españoles, al arrebatárselas a los ayllus o indígenas.
Impuesto el Cabezón
Era el impuesto que se pagaba por tener propiedades rurales o
campestres y no darles uso o explotarlas.
Arbitrios coloniales
Al lado de estos impuestos existían también los arbitrios
municipales, para subvenir los gastos de las ciudades y los poblados.
Entre estos arbitrios, los más importantes eran el de Sisa, que lo pagaban los negociantes en
carne, a razón de 2 pesos por cada cabrío, ovino o porcino y un real por cada
arroba de carne de vacuno.
El mojonazgo, que
lo pagaban los comerciantes que introducían algunos productos a la ciudad, (en
Lima se cobraban 4 pesos por cada botija de aguardiente; en Arequipa se pagaba
por el guiñapo para la chicha, etc.).
El boquerón, que
se aplicaba al valor de las mercaderías, en un 7%.
Había otros arbitrios menores como el de las Lanzas (derechos aplicados a los
poseedores de Títulos de Castilla); multas;
de Expolios, (haberes de los
obispados vacantes), etc.
ORGANIZACIÓN
CULTURAL DE LA COLONIA
1.
EDUCACIÓN
COLONIAL
A. La estructura
de los estudios
Durante los
primeros siglos de la época virreinal, los estudios se dividieron en Primeras
Letras, Estudios Menores y Estudios Mayores.
a.
Las
primeras letras.
Consistían en ejercicios de lectura y escritura en castellano. Este aprendizaje
podía realizarse bajo la supervisión de un tutor particular o en alguna escuela
municipal o conventual.
b.
Los
Estudios Menores.
Consistían en el aprendizaje del latín. Este adiestramiento era fundamental,
pues a través de aquella lengua se transmitían los conocimientos académicos en
el período colonial.
c.
Estudios
Mayores. Concluidos
sus estudios de latín, los estudiantes pasaban a los Estudios Mayores, que se
iniciaban con los estudios de artes o filosofía aristotélica. El promedio de
duración de estos cursos era de tres años..
B. Los colegios
mayores y la Universidad de San Marcos
La relación
entre la Universidad de San Marcos y los colegios coloniales es, tal vez, uno
de los puntos más difíciles de entender del sistema educativo colonial. En primer
lugar, debemos señalar que los colegios coloniales funcionaban de manera
paralela a San Marcos y en ellos se dictaban los mismos cursos que en la
universidad. En segundo lugar, es importante señalar que existían dos tipos de
colegios: los colegios de las órdenes religiosas y los colegios mayores.
Los colegios
de las órdenes religiosas eran lugares donde los jesuitas, dominicos,
agustinos, franciscanos, etc. educaban a sus sacerdotes. En estos colegios se
enseñaba latín, artes y teología. Los estudiantes de estos colegios debían dar
sus exámenes en San Marcos si deseaban obtener el grado de bachiller o doctor
en teología, pero no estaban obligados a escuchar clases en esta universidad.
El más famoso de estos colegios fue el Colegio de San Pablo, dirigido
por los padres de la Compañía de Jesús.
Los colegios
mayores eran internados donde vivían los estudiantes de San Marcos. En
estos centros los alumnos repasaban las lecciones aprendidas en la universidad
bajo la supervisión de un tutor. A este tipo de colegios pertenecían el Colegio
Real de San Felipe y San Marcos -ligado a la Universidad de San
Marcos- y el Colegio de San Martín -bajo la responsabilidad de los
jesuitas-. A estos dos colegios podemos añadir el Seminario de Santo Toribio.
C.
Los Colegios de Curacas o Príncipes
Hubo dos
colegios para caciques: el del Cercado o Colegio de Príncipes, en Lima,
y el de San Francisco de Borja, en el Cuzco. Estos colegios fueron
administrados por los miembros de la orden jesuita.
D.
UNIVERSIDADES
Las
universidades que funcionaron durante el virreinato fueron las siguientes:
·
Lima:
San Marcos, la misma que se fundó a iniciativa de Fray Tomás de San Martin
(miembro de la orden dominica) conjuntamente los miembros del cabildo de Lima. La fue realizada mediante Real Cédula firmada por el
rey Carlos V en la ciudad de Valladolid, el 12 de mayo de 1551.
·
Huamanga:
San Cristóbal
·
Cusco:
San Antonio de Abab
2.
LA
LITERATURA EN EL VIRREINATO
A.
En el siglo XVI
·
El primer libro publicado en la ciudad de Lima es la Doctrina
Critiana y Cathecismo para la instrucción de los indios (1584) de Antonio
Ricardo. Este primer catecismo es publicado en castellano, quechua y aimará.
·
De la iglesia es precisamente el padre José de Acosta,
quién en 1586 publica Peregrinación
de Bartolomé Lorenzo, en 1588 De Natura Novi Orbis, et De Promulgation
Evangelii apud barbaros, sive de Procuranda Indorum Salute (De la naturaleza
del nuevo mundo), y en 1590 su obra más conocida: Historia natural y
moral de las Indias.
·
Diego de Hojeda, autor de La Cristiada (1611), (primer
poema épico – místico escrito en América, en octavas), poeta sevillano,
ordenado sacerdote en el Perú, en 1591.
B.
En el siglo XVII
·
Amaralis, poetisa anónima peruana, se cree que nació en
Huánuco no se sabe si fue hombre o mujer, aunque se cree que haya sido hombre
de finales del siglo XVI. Admiraba la obra Lope de Vega. Su poema «Epístola a
Belardo», fue publicado en 1621 en La Filomena de Félix Lope de Vega.
·
Juan del Valle y Caviedes (Jaén) 1645-Lima, 1697, conocido
como el Poeta de la Rivera, fue un poeta y dramaturgo nacido en España, que
vivió casi toda su vida en el Perú, autor de la Diente del parnaso (1689),
poesía satírica y costumbrista).
·
Juan de Espinoza Medrano llamado el Lunarejo, estudioso y
dramaturgo, (hacia 1629-1688), autor de piezas dramáticas religiosas, sermones
y del apologético a favor de D. Luís de Góngora, príncipe de los poetas líricos
de España –1662– y la Novena maravilla.
C.
En el siglo XVIII
·
En el siglo XVIII está el humanista Pedro de Peralta y
Barnuevo (1664-1743), con una obra que abarcó diversos campos del saber, siendo
autor de tragedias y sainetes que pueden considerarse precursores del
costumbrismo, entre ellos destacan Lima fundada (1732), Lima
triunfante (1728) y El cielo en
el Parnaso.
·
Alonso Carrió de la Vandera (1714 o 1716-1783), que bajo el
seudónimo de Concolorcorvo, escribió el Lazarillo de ciegos caminantes,
libro que durante bastante tiempo fue erróneamente atribuido a Calixto
Bustamante Carlos Inca y que trata de un viaje realizado entre Lima y Buenos Aires.
3.
LA
ARQUITECTURA COLONIAL
Entre los
principales estilos arquitectónicos tenemos:
3. LA PINTURA
COLONIAL
A. El
Renacimiento Italiano en el Perú (Escuela italiana o limeña)
La pintura
peruana fue iniciada por influencia del Renacimiento romano. El primero en
llegar fue el hermano jesuita Bernardo Bitti (1547-1610). Su arte
elegante con su candor marcó para siempre la sensibilidad de sus colegas
americanos. Por la influencia que él ejerció, particularmente en la sierra sur,
es considerado iniciador de la pintura peruana.
Le siguió Mateo
Pérez de Alesio (1547-1607), un artista italiano de padre español. Se hizo
célebre por haber restaurado un mural en la Capilla Sixtina. Pero, por ciertas
desavenencias, viajó a Sevilla y, entre 1588 y 1590, llegó a Lima. Se obra más
célebre es Virgen de la leche, una obra firmada y muy imitada muchas
veces durante la colonia.
El tercer
italiano fue Angelino Medoro (ca.1567-1633), quien llegó en 1599 y
trabajó para franciscanos y recoletos. Dos obras le dieron fama: el retrato
póstumo de Santa Rosa y una Inmaculada que fue difundida en el
Cuzco por su discípulo Luis Riaño.
B. La escuela
cusqueña
Los más
importantes representantes fueron Basilio de Santa Cruz Pomacallao, cuya
riqueza cromática y dinamismo se inspiraron en la obra del pintor Rubens.
Frente a él, trabajó un artista más identificado con los estratos nativos como Diego
Quispe Tito, quien inició la creación de un género paisajístico que tuvo
gran repercusión en los pintores anónimos del siglo XVIII. Debe recordarse que
los artistas anónimos fueron mayoritariamente los grandes creadores cuzqueños
más que los maestros de talleres de prósperas empresas de producción pictórica,
cuyas firmas aparecen con tanta frecuencia.
Ya en el siglo XVIII
los talleres pictóricos cuzqueños tuvieron una producción casi en serie. Sólo
los maestros firmaban el lienzo pues tenían a una serie de artistas
especializados dedicados a la pintura de un sector del cuadro (manos, rostros,
cuerpo, fondo, etc). Es por ello que los artistas anónimos fueron los
verdaderos impulsores de la corriente cuzqueña pues a su trabajo le añadieron
los elementos propios de la cultura local. En este punto es importante agregar
la trascendencia que tuvo la afirmación de los señores étnicos y la nobleza
andina, que para mediados del siglo XVIII tuvieron una fuerte posición
económica y social. En su reafirmación andina encargaron cuadros de incas y
retratos en los que dejaban muy en claro el orgullo por su pasado. El
"renacimiento inca" se expresó en símbolos visuales, más que en
textos. Vestimentas lujosas, secuencia de Incas, keros, retratos, cantos y
danzas.
4. ESCULTURA
Cumplió en
América una función evangelizadora, catequizadora. Se difundieron
imágenes de la pasión Cristo y de la Virgen María. Las imágenes de difusión
fueron expresiones de dolor y de ternura Las imágenes fueron expuestas y conservadas en los templos.
A.
La escultura del siglo XVI: La Virgen de la
asunción, nombrada por el papa Juan Pablo II Virgen de la
Evangelización (1985), titular de la catedral de Lima, obra encargada en 1551
por doña Francisca, hija de Pizarro, al escultor flamenco Roque de Balduque
para el retablo mayor de la catedral de Lima.
De la mano del mismo autor es la Virgen
del rosario del templo de Santo Domingo de Lima, Virgen
patrona de la orden dominica, tallada por Balduque en 1558, por
encargo del obispo fray Domingo de Santo Tomás.
B.
La escultura del siglo XVII: Martín de Oviedo,
autor del retablo de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad (1601);
y, Martín Alonso de Mesa y Villavicencio, quien participó en la ejecución de
varios retablos, así como de la sillería del coro de la catedral de Lima,
en 1624-26 (obra que inaugura al barroco colonial), el retablo mayor de San
Agustín (en la que participó el pintor Bejarano, discípulo de Mateo Pérez
de Alesio).
C.
La escultura del siglo XVIII: Baltazar Gavilán, autor de la Alegoría
de la muerte que se conserva en el museo de los agustinos. Es
una talla envuelta en leyendas -recogidas por Ricardo Palma - hecha para un
"paso" de la semana santa con las características propias del
barroco.
LA
RELIGIOSIDAD DURANTE EL VIRREINATO PERUANO
1.
GENERALIDADES
Desde el
principio, la invasión de América estuvo estrechamente relacionada con un
proyecto religioso: la expansión del cristianismo. El Papa encargó esta misión
a los Reyes Católicos, quienes a su vez la transfirieron a sus descendientes.
Sin embargo, la evangelización de los indígenas no siempre se llevó a cabo de
la mejor manera debido a las enormes diferencias culturales que había entre los
colonizadores y los indígenas.
2. IGLESIA Y
ESTADO
A.
El derecho de Regio
Patronato
Fernando el Católico solicitó el
derecho de presentar al Sumo Pontífice candidatos para asumir la dirección de
la Iglesia en las Indias, desde el puesto más alto del escalafón eclesiástico
hasta el más bajo.
Sólo en 1508 el
Papa Julio II accedió a este requerimiento y la Corona española obtuvo el
derecho de Regio Patronato, también llamado Patronazgo Universal Regio. Pocos
años después, a éste se añadió la facultad de fijar y modificar los límites de
las diócesis americanas.
De esta manera, poco a poco,
los reyes hispanos fueron interviniendo cada vez más en asuntos eclesiásticos
hasta lograr que la Iglesia dependiera de ellos. Así, se estableció el pase
regio, disposición por la cual ningún documento pontificio podía ser promulgado
en América sin el examen y el consentimiento del Consejo de Indias.
B.
Justificación de la
autoridad real
Juristas y
teólogos formularon la teoría del vicariato real, según la cual el propio Papa
Alejandro VI había encomendado a los Reyes Católicos que, en su nombre, se
encargasen de la evangelización, la fundación de iglesias y, en general, de
velar por el bienestar espiritual de los pobladores de las tierras
descubiertas. De esta manera al rey de España se le denominó también
"Vicario de Cristo".
Los
ingresos de la Iglesia
La Iglesia contó para su manutención
y actividades con ingresos de distinto tipo. Los más importantes fueron las
donaciones de sus feligreses, que conformaron un monto importante a la muerte
de los encomenderos-conquistadores. También debemos contar con el patrimonio
personal que cada religioso y religiosa llevaba consigo al ordenarse y legaba
al morir. Así se obtuvieron tierras y propiedades que fueron explotadas o
arrendadas. Los ingresos obtenidos se empleaban en la evangelización y en obras
sociales como el mantenimiento de hospitales, asilos y ayuda a los más pobres.
También, la iglesia católica
tenía el derecho de cobrar el diezmo, por cual el diez por ciento de la
producción agrícola tenía que ser entregada a la misma; existió otro impuesto
denominado la primicia, por el cual, la primera cría del ganado o la primera
cosecha de los campos de cultivo, tenían que entregados a la Iglesia Católica.
3. LA ORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA
El territorio
Igual que en Europa, los territorios que se incorporaban
a la Corona española eran organizados en dos tipos de circunscripciones menores
o básicas: las parroquias, situadas al interior de las ciudades donde vivían
los españoles, y las doctrinas, ubicadas en las reducciones de indígenas formadas
durante y después del régimen toledano. Tanto en las parroquias como en las
doctrinas, los sacerdotes encargados
llevaban registro de los bautizos, matrimonios y defunciones, celebraban la
misa y administraban los sacramentos. Los curas doctrineros tenían, además, la
obligación de catequizar a los indígenas en su lengua materna, de ahí que fuera un requisito que
dominaran las lenguas nativas. A las jurisdicciones de la iglesia en sitios
alejados como la selva se les llamó misiones.
Por
encima de estas circunscripciones, se encontraban los obispados y arzobispados,
que eran las instancias máximas dentro de la institución. El primer obispo del virreinato peruano fue Hernando de
Luque, quien nunca llegó al Perú.
Poco después, fray Vicente de Valverde, el religioso que estuvo presente en la captura de Atahualpa, fue nombrado obispo
del Cusco. Sólo en 1541, Lima se
convirtió en sede de otro obispado cuando llegó su primera autoridad, el dominico fray Jerónimo de Loayza. En 1547, el
rey dispuso su elevación a arzobispado
y subordinó a él a los obispados de Nicaragua, Panamá, Popayán, Quito y Cusco.
Poco después, se establecieron obispados en Trujillo, Santiago de Chile,
Concepción, Charcas o La Plata, Asunción, y Tucumán en el siglo XVI, así como Huamanga, Arequipa, La Paz, Santa
Cruz de la Sierra y Buenos Aires en
el XVII.
Al frente de cada diócesis episcopal se hallaban los
obispos. Ellos eran elegidos por el rey, a quien el Consejo de Indias
presentaba una terna. El elegido inmediatamente era notificado y
enviado a su nueva sede. Mientras tanto, su
nombre era enviado al Papado para su confirmación, que era un hecho.
Los sacerdotes encargados de parroquias y doctrinas eran
elegidos por el virrey de turno, quien era vicepatrono de la Iglesia en representación
del rey.
4. CLERO REGULAR Y CLERO SECULAR
A.
Las órdenes religiosas: el clero regular
Al virreinato del Perú llegaron primero los dominicos
(1532), quienes fundaron varios conventos y casas cerca del Cusco, al sur de Lima y
en Arequipa. Poco después, arribaron los
franciscanos (1533), que levantaron conventos en Quito y Lima y organizaron una
misión en Tarma, cerca de la Selva. Los mercedarios (1533), que recibieron
encomiendas de Francisco Pizarro, crecieron rápidamente
y participaron en la conquista de Chile. En cuarto lugar, se establecieron
los agustinos (1551), que fundaron conventos en la costa y sierra del norte y del centro. Los últimos en ser
aceptados por el rey fueron los jesuitas
(1568), que destacaron por su sistema especial de reducciones y la labor desempeñada en el ámbito de la educación, ya que
sus colegios fueron los mejores de la época colonial; gracias, a sus misiones
de la selva norte se fundó la ciudad de Iquitos.
B.
El clero secular o diocesano
Si bien al principio los
religiosos ocuparon las más altas dignidades eclesiásticas, pronto fueron
enviados desde la metrópoli los primeros clérigos seculares, cuyo número fue
creciendo bajo la mirada de los obispos. Aunque en un primer momento su
participación dentro de las doctrinas para indígenas fue pequeña, pues se concentraron en parroquias,
durante el siglo XVII fueron ganando
terreno en ese ámbito.
5. LA
EVANGELIZACIÓN Y SUS MÉTODOS
A.
LA
EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍAS
Parte del
proceso de evangelización fue la destrucción de cualquier objeto o construcción
relacionados con el culto andino. Tenidas por idólatras y engañadas por el
demonio, todas aquellas personas que persistían en adorar los antiguos dioses o
huacas fueron perseguidas y castigadas.
Esta
preocupación por la eliminación de toda manifestación de religiosidad andina se
maximizó cuando, después de más de medio siglo de supuesta evangelización, se
descubrió que los indígenas continuaban con sus prácticas idolátricas de manera
oculta. A principio del siglo XVII se desató así una exhaustiva campaña de
extirpación de idolatrías en los alrededores de Lima, especialmente en sus
serranías.
Para ello se
envió a las doctrinas, visitadores eclesiásticos que interrogaron a la
población indígena, conminándola a delatar a aquellos que continuaran adorando
dioses andinos, dándoles ofrendas, etc. Luego, aquellos que se autoacusaban
eran perdonados y recibían una penitencia. Más aquellos que fueron acusados por
terceros, eran obligados a salir en una especie de procesión de castigo
montados en una llama y con el cabello rapado. Las huacas y ofrendas eran
destruidas o quemadas.
B.
TRIBUNAL
DEL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN Y LA PUREZA DE LA FE
a.
Características
generales
El gobierno español no sólo se
preocupó por la salvación de las almas de los pueblos conquistados sino que
también procuró cuidar la pureza de la fe y las buenas costumbres de los
cristianos que se trasladaron al Nuevo Mundo. Para ello instituyó el Tribunal
del Santo Oficio de la Inquisición, cuya principal misión era controlar a
aquellos que se apartaran de las interpretaciones de la doctrina católica
establecida por la Iglesia.
Los Reyes
Católicos tenían un proyecto unificador para sus reinos que no sólo implicaba
unidad política sino también unidad religiosa. Fue por ello que las minorías
-judíos y moros- fueron obligadas a abandonar el reino o convertirse. Muchos
judíos optaron por lo segundo, se bautizaron y se convirtieron en
"cristianos nuevos", para luego volver a sus prácticas religiosas en
secreto. Estos hombres fueron conocidos con "judaizantes" y fueron el
principal grupo perseguido por la Inquisición por renegar de su nueva fe. A
pesar de la legislación que prohibía que migraran a Indias, muchos de ellos lo
hicieron y aquí fueron juzgados.
También
estuvieron en la mira de este tribunal los herejes. Después de los movimientos
reformistas, los reyes españoles combatieron duramente todas las fracciones
protestantes (luteranos, calvinistas, etc.). Para los reyes, éstos eran
posibles contaminadores de la naciente fe de los indígenas, que no podían ser
procesados por la Inquisición.
Finalmente,
fueron perseguidos quienes se dedicaban a la magia o la hechicería, la adivinación
y predicción del futuro, así como los "pecadores públicos":
sodomitas, incestuosos, bígamas, blasfemos, etc. También podían ser juzgadas
las personas que poseían o leían libros prohibidos por la Iglesia y que estaban
incluidos en una lista especial, el Index.
El Tribunal del
Santo Oficio fue, pues, un tribunal eclesiástico estrechamente vinculado con el
Estado, que procedió de acuerdo a los intereses de la Corona española,
persiguiendo a sus enemigos. Fue, además, el organismo encargado de instituir
la intolerancia como una característica de la sociedad de la época. La labor
del Santo Oficio se basó siempre en la colaboración del pueblo, y su
participación fue la base fundamental de todos los procesos.
b.
Procesos y
autos de fe
Un proceso
inquisitorial comenzaba cuando se producía una delación o acusación. El
sospechoso era conducido al tribunal, donde le preguntaban qué faltas había
cometido. Si éste se negaba a «confesar» era llevado a tortura. Encontrado
culpable, se le confiscaban sus bienes (que pasaban a propiedad del tribunal
inquisitorial) y se le aplicaba un castigo dependiendo de su falta: los más
leves consistían en asistencia a misa, rezo del rosario y guía espiritual
estrecha; mientras que la pena máxima era morir quemado en la hoguera.
Generalmente ésta se aplicaba a los no arrepentidos o a aquellos que reincidían
en una falta grave.
Finalmente, los inquisidores
señalaban una fecha cuando tenían varios reos y organizaban un auto de fe, que
era una ceremonia pública de castigo en la que desfilaban los acusados vestidos
con trajes especiales, llamados "sambenitos", hasta llegar a la plaza
donde se había levantado un tabladillo especial. Allí, reconocían sus faltas
delante de todo el pueblo y autoridades de la ciudad y recibían su pena. Varios
fueron quemados delante de adultos y niños.
LAS REFORMAS BORBONICAS
1.
LAS REFORMAS BORBÓNICAS
Características. Los Borbones
deseaban introducir reformas que permitieran acrecentar el poder del Estado
español, aminorar el poder político de la aristocracia criolla, resucitar el
poderío bélico español dentro de Europa y recuperar a sus colonias americanas.
Para ello, era indispensable aumentar los recursos.
Fue así que los reyes borbones,
desde Felipe V en adelante, implantaron una serie de medidas destinadas a
fortalecer y centralizar el gobierno monárquico, y que alcanzarían su fase más
radical durante el gobierno de Carlos III (1759-1788), el exponente del
despotismo ilustrado en España. Las medidas implicaron tanto una reforma
interna de España, como la reformulación de las relaciones con las colonias
americanas. En este proceso, España logró aumentar sensiblemente sus ingresos,
pero perdió un imperio.
El
despotismo Ilustrado
El régimen político más extendido en el siglo xviii, recibió el nombre de despotismo
ilustrado, que se puede definir como «la utilización de la ideología ilustrada
por parte de los reyes para mantener su absolutismo».
La ilustración se caracterizó por tener un pensamiento
crítico y reformista. Los reyes del despotismo ilustrado, del siglo xviii (los llamados déspotas
Ilustrados), tomaron de la ilustración lo que les convino y, apoyándose en
ella, introdujeron en sus Estados una serie de reformas y mejoras importantes:
suprimieron los restos que aún quedaban del feudalismo (es el caso de Federico
II de Prusia y María Teresa de Austria); protegieron la agricultura con la construcción
de canales y pantanos y con la introducción de nuevos cultivos, urbanizaron y
modernizan las ciudades (Carlos III de España fue quien convirtió a Madrid en
ciudad moderna, abriendo grandes avenidas, construyendo monumentos y dotándola
de alumbrado público).
Sin embargo, estas reformas se llevaron a cabo sin contar con
el conocimiento previo del pueblo, El lema del despotismo ilustrado fue «todo
para el pueblo pero sin el pueblo». Además, rechazaron lo que es más importante
de la Ilustración: la libertad política. Por eso, la burguesía ilustrada, que
al principio apoyó las reformas de los reyes, cuando vio que estos no concedían
lo más importante, la libertad, se volvieron contra el absolutismo y se
produjeron revoluciones.
La visita
general de Areche al virreinato peruano
El encargado de
diseñar las reformas en América fue don José Gálvez, ministro de Indias de
Carlos III. Antes de efectuar las reformas que pretendía llevar a cabo, se
dispuso la realización de una visita general en el Perú.
La visita
general era una institución que evaluaba y corregía, a través de la presencia
de un visitador, el funcionamiento de varios aspectos y específicos del
virreinato. Lo que debía ser visitado y corregido, sea cambiando normas,
procedimientos o personas, se indicaba expresamente en unos documentos
denominados las instrucciones.
Para llevar a
cabo la visita en el Perú, Gálvez eligió a don José de Areche. Gálvez realizó
una rigurosa y exitosa visita a México y en el curso de ella tuvo ocasión de
trabajar con Areche.
Las
instrucciones de Areche. Así,
Areche, que se desempeñaba como fiscal de la audiencia en México, fue nombrado
visitador el 11 de marzo de 1776. Entre mayo y junio de ese mismo año se le
hacen llegar las instrucciones. De acuerdo con ellas, debía cumplir variados
encargos, el primero de ellos, la inspección de la administración de
justicia.
La mayor parte
de su labor debía estar dedicada a asuntos de la hacienda pública. Debía
corregir la racionalización de los impuestos, que eran muy variados. Igualmente,
todas las rentas producidas por los impuestos y los monopolios reales debían
incrementarse.
El visitador
debía fomentar la minería, establecer un tribunal de minería, propiciar
reformas en el trabajo minero, bajar el precio del azogue.
Areche debía
averiguar si los indios estarían dispuestos a pagar un tributo más alto con el
cual se podría abonar sueldos mayores a los corregidores, a cambio de la
supresión del reparto de mercaderías. En suma, Areche debía básicamente buscar
dinero e inspirarse en el modelo mexicano.
La visita. Un año después de su nombramiento, en marzo de 1777, Areche parte de
Acapulco rumbo a Paita. Con él vienen ocho funcionarios de confianza.
Inició su
actuación visitando la audiencia de Lima. Constató que, de siete miembros,
cinco eran del país y todos poseían propiedades -haciendas, chacras, estancias-
dentro de los términos de la audiencia. La mayoría de ellos estaban casados con
damas del país, lo cual sólo se permitía con una autorización. Estudió procesos
en curso y pudo comprobar que estaban plagados de nulidades.
La reforma
fiscal. Areche trajo
una orden que igualaba la alcabala al 6%, tanto para los productos importados
como para los nacionales. Antes los importados pagaban 12% y los del país 4%.
Guirior dio publicidad a la norma que rebajaba el impuesto a las importaciones,
lo que fue recibido con agrado por el Tribunal del Consulado, y dejó para
Areche el aumento de la alcabala a los productos del país, lo que generó
resistencias suscitadas
Las aduanas
interiores. Pronto
las medidas de Areche para lograr elevar la recaudación fiscal provocaron
revueltas y conspiraciones. Con el fin de controlar de cerca la cobranza de la
alcabala a los productos del país, incluidos productos alimenticios que eran
trasladados al mercado, Areche propuso como alternativa la creación de aduanas
interiores.
Triunfo y
caída de Areche. En
julio de 1780, el virrey Guirior fue reemplazado por el virrey Jáuregui. Fue el
momento en que Areche alcanzó mayor poder y figuración. Posteriormente todo fue cuesta abajo. En noviembre, estalló la rebelión de
José Gabriel Túpac Amaru, en cuyo combate Areche se comprometió totalmente
dejando todas las demás tareas que le habían sido encomendadas y actuando como
juez con rigor y crueldad innecesarios.
Sus relaciones con
Jáuregui -el nuevo virrey- pronto se agriaron y empezó a importunar a la corte
con sus quejas sobre él.
Al cabo de cuatro
años de visita, Areche seguía presentando sombríos cuadros de la situación y
pocos logros. Si bien las rentas aumentaron, también lo hicieron los gastos y
el resultado era peor que la situación antes existente.
En enero de 1782,
Jorge Escobedo es nombrado visitador en sustitución de Areche, él era un
excelente administrador, concluyó la visita (1782-1788).
2. Las reformas territoriales
La creación del
virreinato de Nueva Granada. La presencia de barcos de Inglaterra, Francia
y Holanda y el establecimiento de sus bases estratégicas en el Caribe, el
desorden interno de la región de la Nueva Granada, así como el sistemático
avance de los portugueses por la Amazonía, decidieron muy pronto la escisión
del virreinato peruano en 1717, para formar uno nuevo con sede en Santa Fe de
Bogotá. Éste abarcaría Panamá, la Nueva Granada (hoy Colombia), la audiencia de
Quito (incluyendo Guayaquil) y los territorios amazónicos (Mainas) hasta la
desembocadura del Amazonas.
Posteriormente, la
Real cédula de 1802 creó el obispado de Mainas, cuyas misiones volvían a
depender del Perú, provenientes de los franciscanos de Santa Rosa de Ocopa. Así
mismo, se reintegró Mainas al Perú. Asimismo, la Real cédula de 1803 dispuso la
reintegración de Guayaquil al Perú.
La creación del virreinato del
Río de la Plata. Al sur del
virreinato del Perú, Buenos Aires había ido cobrando importancia en el siglo
XVIII con el cambio de ruta de los barcos del comercio español y la navegación
de barcos extranjeros ilegales. Estimulada por el aumento del comercio ilegal,
la región fue poblada y se produjo un aumento de la producción de alimentos, carne salada, sebos y
cueros, vitales para abastecer las largas travesías marítimas. Así, el siglo
XVIII trajo la bonanza económica a una región hasta entonces postergada por los
centros políticos del Imperio Español.
La creación del
virreinato de Río de la Plata, o del Río de la Plata, obedeció también, como en
el caso de la Nueva Granada, a la necesidad de defensa, protección y control,
esta vez de las costas del Atlántico Sur y el paso hacia el Pacífico.
A fin de darle
recursos para su establecimiento y supervivencia, la corona dispuso que el Alto
Perú -y la mina de Potosí con él- se integraran al nuevo virreinato, al igual
que las provincias de Puno, Lampa, Carabaya y Azángaro.
Nuevamente se
levantaron las voces de los virreyes del Perú y otros funcionarios y autoridades
contra esta disposición. La intensa relación geográfica y poblacional del sur
del Perú (Bajo Perú), desde tiempos prehispánicos, con el Alto Perú (hoy
Bolivia) significaba un constante tráfico de gente y de mercaderías a lo largo
de una antigua ruta que llegaba hasta Tucumán.
La gran rebelión
de Túpac Amaru II, en 1780, mostró claramente lo irreal de esta separación.
Desde el Cuzco el levantamiento corrió rápidamente al Sur y al Alto Perú y su
represión no pudo venir de Buenos Aires, sino de Lima, desde donde el virrey
supo ver el peligro y enviar tropas. En 1796 las provincias de Puno fueron
reintegradas al Perú.
3.
LAS
REFORMAS ADMINISTRATIVAS
Las
intendencias. Dentro
de la política de ordenamiento de los Borbones, la variedad de divisiones internas,
diferentes en nombres, funciones y extensión, surgidas de circunstancias
históricas coyunturales y privilegios, se contraponía al modelo francés vigente
desde hacía varios años, el de las intendencias.
El intendente
era un funcionario nombrado y con sueldo, y cuyas funciones y obligaciones
duraban por un tiempo limitado. Asimismo, tenía responsabilidades y
atribuciones claramente definidas que facilitaban más estrictamente su control.
La primera intendencia en América se fundó en Cuba, tan vulnerable a los
ataques de piratas y corsarios y necesitada de una defensa efectiva. Luego
pasaron a México y al resto de América. En Buenos Aires se les dio
"Reglamento" en 1782 y éste fue aplicado al Perú, donde se
establecieron en 1784, cuando cumplía sus funciones el visitador Jorge
Escobedo.
Para entonces la
urgencia de cambiar el sistema de corregimientos existente se agravaba con la
experiencia de la rebelión de Túpac Amaru, cuyo aplastamiento había dejado
temor, pero también el recuerdo del reclamo indígena por los abusos de los
corregidores. El virreinato se dividió entonces en siete intendencias:
Trujillo, Lima, Arequipa, Cajamarca, Tarma, Huancavelica y Cuzco. A ellas se
agregaría más tarde Puno, al ser devueltas sus provincias al Perú en 1796.
Las intendencias
se dividían en subdelegaciones que sustituían a los antiguos y odiados
corregidores de indios, aquellos que habían generado tantos abusos con su mal
gobierno y la explotación de su reparto de mercaderías. El hecho de que los
nuevos subdelegados también tuvieran mayor control mejoró un tanto la
situación, pero no solucionó todos los problemas de los indígenas.
Los intendentes generaron
resistencias pues su implantación no sólo era un cambio de nombre: detrás
estaban las bases de una política nueva de centralismo y absolutismo. Eran
españoles enviados "para poner orden", corregir defectos antiguos,
cambiar usos y abusos de personas e instituciones locales, de modo que su
actuación afectaba directamente a los grupos de poder establecidos en América
que habían entretejido una compleja realidad de poder social, económico y
político.
4.
LA REFORMA ECLESIASTICA
La
expulsión de los jesuitas. A mediados del siglo XVIII los jesuitas del
Perú eran algo más de quinientos y trabajaban en universidades, colegios, escuelas,
misiones selváticas, parroquias rurales y "reducciones", como las de
Juli.
Bruscamente,
de la noche a la mañana, centenares de religiosos, desde los más ancianos hasta
los más jóvenes, fueron detenidos y luego deportados por vía marítima a Europa.
Las obras dirigidas por los jesuitas fueron paralizadas y luego desmanteladas.
Causas de
la expulsión. Antes de que el rey Carlos III ordenara la expulsión de los
jesuitas de todo el imperio español, en 1767, ya los monarcas de Portugal y
Francia habían dictado semejante medida contra la orden de San Ignacio de
Loyola. Ello hace pensar que no se trataba de una medida surgida de la inquina
personal de un monarca contra los jesuitas, sino de algo más complejo.
Un rasgo
característico de la ilustración europea fue marcar la clara hegemonía del
Estado en todos los órdenes de la vida social. Es por ello que la Compañía de
Jesús, directamente vinculada con la Santa Sede y el superior general, no era
bien vista por Carlos III ni por sus inmediatos consejeros.
En
realidad, nunca se publicaron los argumentos del monarca español para la
expulsión. En su Pragmática sanción de 1767 dice Carlos III que las razones de
tal medida se las guarda "en su real pecho". Los pretextos que se
dieron consistían en la presunta rebeldía de los religiosos jesuitas de las
colonias ante las modificaciones limítrofes que afectaban las misiones
guaraníes situadas entre Brasil y Paraguay.
La
ejecución del destierro. La orden de Carlos III alcanzó en
Hispanoamérica no solamente a los jesuitas del Perú, sino también a los de
otras cinco provincias hispanoamericanas (Chile, Paraguay, México, Quito y
Santa Fe de Bogotá) y Filipinas: en total fueron expulsados unos 2 mil 300
miembros de la orden.
El virrey
Amat mantuvo rigurosamente el secreto, tal como se le exigía desde Madrid.
Despachó pliegos lacrados a todas las unidades y misiones donde existían
centros de jesuitas, conminando a las autoridades civiles a que procedieran con
el máximo de sigilo y celeridad a ejecutar las órdenes. La Compañía contaba con
residencias o colegios en Lima, Arequipa, Bellavista, Cochabamba, Cuzco,
Chuquisaca, Huamanga, Huancavelica, lca, Juli, La Paz, Pisco, Moquegua, Oruro,
Potosí, Santa Cruz de la Sierra, Trujillo y las reducciones del Beni.
En la
capital del virreinato los jesuitas poseían el colegio máximo de San Pablo, el
noviciado de San Antonio Abad, la casa profesa y templo de Nuestra Señora de
los Desamparados, el colegio del Cercado y el colegio real de San Martín.
Además, varias haciendas, como Villa y San Juan.
En la
madrugada del 9 de setiembre de 1767 todos los domicilios fueron
sorpresivamente allanados por tropas armadas. Por su amplitud, el Colegio de
San Pablo (actual San Pedro) fue designado por el virrey para reunir a los
jesuitas de Lima y sus alrededores en espera del alistamiento de los navíos que
debían partir del Callao hacia Europa.
La
primera expedición de destierro se verificó el 27 de octubre: unos doscientos
cincuenta jesuitas fueron trasladados al Callao. Se les hacinó a bordo de
"El Peruano", barco que zarpó hacia el sur, pues debía recoger en
Valparaíso a los jesuitas de Chile. La travesía fue pesada, agobiante,
inhumana, de desesperante lentitud. No pocos enfermaron y murieron en el viaje.
El 30 de abril de 1768 arribó "El Peruano" a Cádiz, pero, como no
podían quedarse en suelo español, fueron conducidos en otras naves a los
Estados Pontificios.
Entre los
exiliados se hallaba el joven Juan Pablo Viscardo y Guzmán, que se haría
célebre por su Carta a los españoles americanos, primer documento que plantea
la licitud y necesidad de la independencia.
Tras la
expulsión de los jesuitas, se nombró en Lima una "Junta de
Temporalidades" para inventariar y administrar los bienes de los
jesuitas. En esta tarea algunos funcionarios virreinales actuaron con poca
honestidad y otros, encandilados por la perspectiva de un rápido
enriquecimiento, se entregaron a hacer excavaciones en busca de tesoros en
inexistentes laberintos y bóvedas subterráneas.
5. LA REFORMA ECONÓMICA
Durante la
segunda mitad del siglo XVIII, los Borbones pusieron en práctica un conjunto de
medidas económicas con el fin de terminar con los privilegios particulares y
centralizar en la metrópoli los beneficios de las colonias. Para ello se
modificó el sistema tributario, se transformó el sistema de comercio
trasatlántico y se llevó a cabo un plan para explotar al máximo los productos
coloniales que tuvieran una buena demanda en Europa.
Además de la reforma fiscal
(implantada por Areche), las relaciones comerciales con América recibieron
especial atención y se orientaron a lograr que las colonias funcionaran como
tales, es decir, que exportaran la mayor cantidad de productos primarios y
recibieran los productos manufacturados de la metrópoli. Pero, claro está
España no producía todo lo que América requería. Por lo tanto, las mercaderías
extranjeras continuaron siendo introducidas en las colonias, incluso por los
mismos españoles. Por otro lado, el régimen fiscal imperante en el tráfico era
una de las principales causas del decaimiento de la actividad mercantil y
agudizaba el contrabando. Por tal motivo, en estos dos aspectos se concentraron
las reformas económicas.
Los nuevos impuestos.
El
comercio exterior americano estaba gravado por una serie de impuestos: avería,
alcabala (impuesto a las ventas), almojarifazgo (impuesto de entrada y salida
de los puertos), derecho de palmeo, derecho de tonelada, derecho de
extranjería, entre otros tributos.
El primer ensayo en
materia fiscal fue llevado a cabo en 1765, con la publicación del "Decreto
y real institución". Éste consistía en suprimir la interminable lista de
impuestos que amenazaba con asfixiar el tráfico y sustituirla por un nuevo
impuesto al valor del 6% sobre los productos españoles y 7% sobre los productos
extranjeros.
Además se ensayaron
las primeras medidas de liberalización del tráfico, autorizando el comercio
entre Puerto Rico, Santo Domingo, Cuba, Margarita, Trinidad y nueve puertos
peninsulares: Cádiz, Sevilla, Málaga, Alicante, Cartagena, Barcelona, Santander,
La Coruña y Gijón.
Tres fueron las
finalidades perseguidas por este nuevo orden fiscal: intensificar el comercio,
simplificar los trámites administrativos y ejercer la protección de las
manufacturas españolas frente a la competencia extranjera.
El "comercio
libre". En
el Tratado de Utrech (1713), fue Inglaterra quien ganó el derecho a
introducir 144 mil "piezas de Indias" como se llamaba los esclavos
negros, así como el "navío de permiso”, una embarcación de
quinientas toneladas cargada de mercancías que acompañaría a las flotas
españolas y que podría vender su carga libre de impuestos.
Un gran cambio se
produjo en 1778 con la promulgación del "Decreto de Libre Comercio”
(“reglamento de aranceles para el comercio libre de España e Indias").
Con el objeto de obtener mayores beneficios por la vía fiscal, se habilitaron
22 puertos americanos, los cuales se dividieron en mayores (La Habana,
Cartagena, Río de la Plata, Valparaíso, Concepción, Arica, el Callao y
Guayaquil) y puertos menores (todos los comprendidos en Centroamérica y el
Caribe).
Los comerciantes
limeños dejaron de tener el dominio comercial de todo el cono sur del
virreinato peruano y un nuevo grupo mercantil comenzó a surgir en zonas
periféricas. Tal fue el caso de los comerciantes del Río de la Plata, que
dejaron de estar supeditados al control monopólico que se ejercía desde Lima.
A pesar de su nombre,
este reglamento no permitía el libre comercio con las potencias extrajeras,
sino que mantenía la principal restricción, que era comerciar únicamente con
España.
El reglamento del
libre comercio permitió una ampliación de la actividad mercantil, que aseguró a
España un mayor ingreso fiscal.
En 1792 la balanza
comercial para el Perú fue favorable en cuatro millones de pesos fuertes. En las
memorias del virrey Gil de Taboada se habla de un superávit en el quinquenio
90-94 de 4 millones 311 mil 065 pesos, aunque los valores exportados en
caudales fueron superiores a los exportados en frutos.
El comercio libre
promovió una expansión masiva del orden del 400% y tuvo una aplicación muy
limitada debido a la situación bélica entre España e Inglaterra. El período de
mayor auge comercial fue el de 1784 a 1794, fecha a partir de la cual, debido a
una nueva guerra con Inglaterra, los barcos neutrales tuvieron libre acceso a
los puertos americanos. Esto, evidentemente, trastocó el comercio directo con
España.
LAS REBELIONES INDIGENAS
1.
REBELIÓN
DE JUAN SANTOS ATAHUALPA (1742-1756)
Juan Santos
Atahualpa
Juan Santos
Atahualpa, hizo su aparición en la selva central, en 1742, enfatizó su estatus
de apu inca por descender de Atahualpa. Se asegura que procedía del Cuzco.
Había sido educado por los jesuitas. Había estado en el África. Hablaba latín.
La controversia alrededor de su muerte también contribuye a convertirlo en
mito. Para algunos, desapareció envuelto en una nube de humo en 1756 y, para
otros, fue enterrado en Metraro.
Franciscanos,
jesuitas y la conversión de almas
El área donde se
desarrolló la insurrección de Juan Santos Atahualpa se hallaba, desde el siglo
XVII, bajo el control de la orden de los franciscanos. Era, por lo tanto, un
territorio en proceso de conversión. Geográficamente se situaba en lo que se
denominaría Gran Pajonal. Tribus como los shipibos, conibos, amueshas y
campas (o ashánincas) estaban siendo adoctrinadas por los franciscanos para ser
luego incorporadas al virreinato peruano. Convertirlos significaba, entonces,
no sólo cristianizarlos, sino también prepararlos para ser empadronados como
tributarios y mitayos.
La conversión no
debió resultar fácil ni para los franciscanos ni para las tribus selváticas.
Comunicarse en los dialectos locales requería un aprendizaje especial de parte
de los misioneros.
Para los grupos
selváticos, por otro lado, la doctrina no se limitaba a los sacramentos y el
catequismo; incluía, además, la incursión en actividades externas a su vida
cotidiana, como la fabricación de pan y el trabajo en los obrajes, que era como
se denominaba a los talleres textiles.
Definitivamente,
la presencia de Juan Santos Atahualpa y el éxito de su insurrección llevó al
fracaso de las misiones, al abandono de las reducciones donde los nativos
habían sido circunscritos y a la dispersión de los nuevos conversos. Luego de 33
años de dominación misionera, los amueshas y campas de la selva central del
Perú lograron expulsar a los españoles de la región.
El Cerro de
la Sal y las herrerías
Los
franciscanos, dentro de su política de conversión, formaron cinco pueblos
misionales en las inmediaciones del Cerro de la Sal. El área escogida para
establecerse era estratégica, pues todas las tribus selváticas acudían al Cerro
de la Sal para abastecerse de dicho producto. Aunque el cerro
estaba ubicado en territorio amuesha, era el eje de una confluencia e
intercambio interétnico.
Otro elemento que
utilizaron los franciscanos para atraer nativos a las misiones fue la
fabricación de herramientas. Incluso para 1725 muchos indígenas amueshas y
campas estaban recibiendo entrenamiento como herreros. Ellos serían los que
posteriormente apoyarían a Juan Santos en la fabricación de armas. Los
franciscanos eran conscientes de la influencia que ejercían los instrumentos de
labranza -hachas, machetes, cuchillos- entre las tribus selváticas. Así lo
expresaron en sus documentos: "los más de estos indios sólo eran
cristianos de nombre, y solamente se sujetaban por la golosina de las
herramientas que les daban los padres".
Colonización y
epidemias
La colonización de la
selva causó entre las etnías evangelizadas una actitud de rechazo frente a los
misioneros franciscanos. Entre 1709 y 1737 se sucedieron epidemias como la
viruela y el sarampión, que ocasionaron la muerte de numerosos pobladores. Era
inevitable que amueshas y campas establecieran una correlación entre los
misioneros y las enfermedades, resintiendo la presencia de los clérigos en su
territorio.
No obstante, esto
debe combinarse con la resistencia aborigen al trabajo encasillado en centros
productivos coloniales. No es casual que, durante las incursiones de las tropas
de Santos Atahualpa, se incendiara el obraje de San Juan de Colpas y se
invadiera la hacienda de los condes de La Laguna. Ambos eran símbolos de un
sistema laboral que todavía no había sido ni aceptado ni asimilado por los nativos
de la selva.
La base social del
movimiento de Juan santos Atahualpa
El discurso de Juan
Santos es interesante. De acuerdo con sus declaraciones, el mundo se dividía en
tres reinos: España para los españoles, África para los africanos y América
para los indígenas, mestizos y criollos de la tierra. En dichas declaraciones, hay
una propuesta de identidad por oposición. Los americanos -es decir, los nacidos
en América- son considerados diferentes a los peninsulares y a los africanos.
Sin embargo, puede
comprobarse que no sólo indígenas y mestizos se unieron al movimiento, sino
también es posible constatar la presencia de negros y zambos. Las huestes de
Juan Santos tuvieron, por lo tanto, una base amplia. A las tribus selváticas se
les sumó un número marginal de serranos y algunos negros. El área de la selva
central se convirtió para todos ellos en una zona de refugio.
Guerra de guerrillas
La estrategia militar
que siguió Juan Santos fue la de perpetrar ataques sorpresivos por parte de sus
columnas guerrilleras. Demostró ser la adecuada, ya que la selva se prestaba
para este tipo de incursiones y, además, al no contar con un ejército
debidamente entrenado y acondicionado, sus inesperadas entradas desconcertaban
a los españoles.
Diez años de choques
con el ejército peninsular no pueden ser considerados un total fracaso para la insurrección
de Santos Atahualpa. Al principio, probablemente no se le dio la suficiente
importancia, por tratarse de un área periférica a los intereses del virreinato
peruano. La selva central no era un nervio económico como Potosí o
Huancavelica. Tampoco era un territorio de concentración de población blanca a
la que había que resguardar, como Arequipa o Trujillo. Ni se trataba del
corazón del imperio incaico, como era el caso del Cuzco.
La opción utilizada
por el ejército español para contrarrestar a Juan Santos fue la de crear
fuertes con guarniciones de soldados en el territorio en conflicto. Así, se
ordenó la construcción de un fuerte en Quimirí, que fue rápidamente destruido
por las tropas de Santos Atahualpa. Entre 1742 y 1750, los peninsulares llevaron
a cabo cuatro entradas militares; ninguna tuvo éxito.
2. REBELIÓN DE JOSÉ GABRIEL CONDORCANQUI, TUPAC AMARU II
José Gabriel
Condorcanqui, Túpac Amaru II.
José Gabriel
Condorcanqui reclamaba ser descendiente de Túpac Amaru I, el último inca de
Vilcabamba, quien fuera ejecutado en la plaza del Cuzco - en 1572 - por orden
del virrey Toledo.
Túpac Amaru II nació en Tinta, el
19 de marzo de 1738. Era
el segundo hijo de Miguel Condorcanqui y de Rosa Noguera. Al fallecer su
hermano mayor, quedó como único y legítimo heredero del curacazgo de Surimana,
Tungasuca y Pampamarca. Fue educado por los jesuitas en el colegio de curacas
de San Francisco de Borja ubicado en el
Cuzco.
Tenía alrededor
de 20 años cuando, en 1760, contrajo matrimonio con Micaela Bastidas Puyucahua.
Era propietario de cocales en Carabaya, chacras en Tinta, vetas de mina y,
sobre todo, dueño de 350 mulas, por lo cual era conocido peyorativamente como
"el curaca arriero".
El inicio de
la rebelión: el ajusticiamiento de Arriaga
Se puede decir
que la rebelión de Túpac Amaru II se inició el 4 de noviembre de 1780, con la
captura del corregidor Antonio de Arriaga, en Tinta, Cusco.
La ejecución de
Arriaga terminó siendo un espectáculo público en el que se trató de respetar
las prácticas cristianas. Así, se cuidaron detalles como la presencia de
clérigos, de un verdugo y se sometió al corregidor a una confesión y
arrepentimiento de sus pecados. No obstante estas consideraciones, se le
sometió a la pena de la horca, reservada para convictos de extracción baja. La
muerte del corregidor Arriaga no simbolizaba exclusivamente un ataque al
español, sino principalmente a la autoridad abusiva que éste representaba.
Dos agendas,
dos discursos
Las reformas
borbónicas modificaron significativamente la estructura colonial. En ese
sentido, los aspectos económico y fiscal tuvieron un impacto inmediato en los
diferentes sectores de la sociedad. El comercio y los tributos fueron dos de
las esferas más afectadas. En este contexto debe entenderse la rebelión de
Túpac Amaru II.
Para
contrarrestar el contrabando que se había detectado entre el Bajo y el Alto
Perú, se crearon una serie de aduanas interiores en puntos estratégicos.
Además, se elevó la alcabala o impuesto de compraventa del 4 al 6% en 1780. Por
otro lado, se incluyó en el esquema de productos gravados el chuño y la coca
que, por su origen nativo, estaban exonerados de esta contribución. Aduanas,
alcabalas y la incorporación de nuevos productos al esquema fiscal generaron
descontento y desconcierto entre los hacendados, obrajeros, pequeños y grandes
comerciantes.
La propuesta de
ampliar el tributo a mestizos, zambos y mulatos también provocó un gran
malestar entre los grupos sociales. Por un lado, significaba igualar a las
castas con los indígenas tributarios. Por otro lado, al hacer extensivo el
tributo a otros grupos étnicos, el curaca perdía su razón de ser, ya que una de
sus funciones principales era la de recaudar y completar, cuando era necesario,
el tributo de su comunidad.
Por último, el
reparto de mercancías, que era atributo del corregidor desde 1756, levantó
igualmente violentas protestas. Los comerciantes criollos reclamaron que el
reparto favorecía sobre todo a productores y comerciantes peninsulares, a
quienes se privilegiaba frente a sus similares criollos. Los clérigos se
oponían a los repartos porque los indígenas le daban prioridad a este pago
frente a los diezmos, primicias y obvenciones. Los curacas veían cada vez más
difícil su tarea de cubrir los tributos a los que se habían sumado los
repartos. Los pobladores indígenas se quejaban de que ahora trabajaban el
doble: para pagar tributos y repartos.
Túpac Amaru II
manejó magistralmente este momento particular en el que se juntaron intereses
provenientes de diferentes sectores sociales. A los criollos les ofreció la
abolición de aduanas y alcabalas, que estaban siendo controladas por
peninsulares o personal venido "de afuera". Ante los mestizos puso
énfasis en la erradicación de repartos, si eran arrieros o artesanos, y de aduanas
y alcabalas, si eran pequeños comerciantes. Para los indígenas tuvo otra
agenda, otro discurso. Les dijo que no habría más tributos "mientras
durara la rebelión" y, aunque hizo hincapié en abolir la mita, se refirió
exclusivamente a la mita minera. De la mita chacra o mita obraje dijo poco o
nada. Se puede afirmar, entonces, que se dio prioridad a las reivindicaciones
de criollos y mestizos; los pobladores indígenas recibieron una menor
gratificación.
Todos juntos,
pero cada quien en su lugar
La capacidad de
convocatoria de Túpac Amaru II fue amplia: vinculó a peninsulares, criollos,
mestizos, mulatos, negros y a indígenas. Pero no todos tuvieron la misma
ubicación ni gozaron de los mismos privilegios dentro del movimiento.
Túpac Amaru II
contó con un respaldo innegable en el núcleo de su curacazgo. No obstante este
apoyo, la mayoría de los pobladores indígenas integró la tropa del ejército
rebelde.
Los mestizos,
que se desempeñaban como artesanos o arrieros, fueron nombrados capitanes o
coroneles durante la rebelión. Ellos tenían el mando de las tropas. No sólo
Túpac Amaru II era mestizo, sino también sus familiares cercanos y los curacas
que lo secundaron.
La presencia de
zambos, mulatos y esclavos negros también quedó registrada. Los criollos -propietarios
de haciendas, obrajes y minas, además de comerciantes- también fungieron de
escribanos. Eran los hombres de confianza del curaca y, como tales, fueron
resguardados del enfrentamiento bélico.
Curacas y
curas
Túpac Amaru II
recurrió desde el principio de la rebelión a curacas y curas para organizar su
movimiento. Sabía que ambos eran líderes idóneos y que contaban con los
recursos necesarios para reunir adeptos.
Los más
cercanos: todos sus parientes
Desde un
principio, Túpac Amaru II comprometió a sus parientes en la rebelión. Esto no
sólo lo hizo para contar con individuos de confianza, sino porque en el caso
eventual de que fuera hecho cautivo, algún familiar pudiera asumir el liderazgo
del movimiento.
Su esposa,
Micaela Bastidas, también lo apoyó incondicionalmente. Aunque analfabeta, como
la mayoría de las mujeres de su época, se encargó de enviar víveres y misivas,
así como de emitir salvoconductos. También supervisaba la fabricación de armas
y el pago a la tropa mientras Túpac Amaru II se encontraba en campaña.
La batalla de
Sangarará: un punto sin retorno
El 18 de
noviembre de 1780, surgieron las primeras contradicciones en la gran rebelión.
La Batalla de Sangarará, donde el triunfo de Túpac Amaru II significó la muerte
de numerosos criollos y peninsulares refugiados en la iglesia local, mostró
fisuras irreversibles con la población blanca y con el alto clero. Como
resultado de esto, José Gabriel, cristiano practicante, fue excomulgado. De
esta manera, su figura se hizo más vulnerable. Ya no contaba con el beneplácito
divino.
Frente a la
subsiguiente frialdad de los españoles, el movimiento se radicalizó. Es aquí
cuando emerge más claramente la asociación de Túpac Amaru II con el inca, sobre
todo entre la población indígena. Para los mestizos y los más cercanos a la
cúpula rebelde, Túpac Amaru II iba a asumir el cargo de virrey en Lima. Su
rebelión era, por lo tanto, contra el mal gobierno de las autoridades
coloniales (corregidores, aduaneros), pero no necesariamente contra el rey.
No obstante, la
posibilidad de avanzar hacia Lima se diluyó rápidamente. Túpac Amaru II optó
por tomar la ruta que conocía como arriero y expandió el movimiento hacia la
zona de Desaguadero, puerta de entrada al Alto Perú. En esta área también su
discurso sufrió algunas alteraciones. Tuvo que centrarse más en ofrecer la
abolición del tributo, porque las masas indígenas lo presionaron. Además, fue
necesario ofrecer la manumisión a los esclavos que se unieran a sus filas. Pero
el sector criollo ya se había retraído, los pobladores quechuas y aimaras
habían rebasado las expectativas del movimiento.
En enero de
1781, Túpac Amaru II atacó el Cuzco, pero ya era demasiado tarde. Pocos meses
después, en abril, fue derrotado y capturado por el ejército realista. El 18 de
mayo, reproduciendo el espectáculo público de la muerte del corregidor Arriaga,
sería ejecutado en la plaza central del Cuzco, por ordenes del visitador José
Antonio de Areche, tal como dos siglos
antes había sido ajusticiado Túpac Amaru I. Pero esta vez, la ejecución fue
masiva, pues incluyó a su esposa y su hijo mayor, Hipólito, el llamado a
suceder a su padre como curaca de sangre real.
Las consecuencias de la rebelión tupacamarista
La gran rebelión del sur causó la muerte de alrededor de cien
mil personas, al ser controlada por las tropas virreinales; lo que ocasionó un
nuevo colapso demográfico que afectó la productividad. A raíz del
levantamiento, que hizo ver a los españoles el peligro que corrían ante la
inmensa mayoría indígena y mestiza, las autoridades coloniales tomaron una
serie de medidas radicales.
Se prohibió todo tipo de manifestación artística o literaria
que hiciera alusión al pasado incaico, como la lectura de los Comentarios
reales del Inca Garcilaso de la Vega. Asimismo, se suprimieron todos los
títulos nobiliarios incas, incluido el de curaca. Se prohibió hablar en quechua
o usar símbolos incaicos. Se creó en 1787 la Audiencia del Cusco para la
efectiva ejecución de justicia.
También se elevó el número de las milicias en el Virreinato
hasta conformar un poderoso ejército de cincuenta mil hombres. Esto sin tomar
en cuenta que las autoridades como los corregidores, sobrepasaron la paciencia
y el control de las más altas autoridades, por lo que se procedió a
reemplazarlos por los intendentes o autoridades con cierto poder militar.
3. LA
REBELIÓN DE JULIAN APAZA, TÚPAC CATARI
La rebelión de
Túpac Amaru II atravesó por dos fases bastante bien definidas. La primera de
ellas, la fase quechua, contó con la conducción personal del curaca de Tinta.
La segunda fase se ha denominado aimara, pues al liderazgo de los parientes de
Túpac Amaru -Diego Cristóbal, Miguel Bastidas y Andrés Mendigure- se sumó, en
1781, la presencia del dirigente aimara Julián Apaza, conocido como Túpac Catari.
Julián Apaza
declaró ser un indígena tributario de Sicasica, provincia ubicada en el Alto
Perú. Al momento de la rebelión contaba con alrededor de 30 años. Se
desempeñaba como trajinante o pequeño comerciante de coca y bayetas. Estaba
casado con Bartholina Sisa, de quien se hallaba separado.
Una rebelión
sin curacas
A diferencia del
caso de Túpac Amaru, Apaza no tenía el rango de curaca. Era solamente un
indígena de comunidad. Carecía de la educación de José Gabriel y de los códigos
de relación entre curacas.
Un rasgo
distintivo de la fase aimara es, precisamente, la ausencia de curacas de linaje
que participaran a favor de la rebelión. Es más, durante el mes de febrero,
víspera de carnaval, los indígenas de Sicasica mataron al curaca Pedro López.
Al mes siguiente las víctimas fueron el curaca de Ayoayo y su mujer.
Para compensar
la ausencia de curacas, Túpac Catari promovió la elección de dirigentes por
aclamación general.
El cerco de
La Paz
Un hecho sin precedentes ocurrió
en la fase aimara de la sublevación: los rebeldes mantuvieron cercada la ciudad
de La Paz durante 109 días, desde el mes de marzo de 1781. Esto propició que se
estableciera un mercado negro de víveres, pues el bloqueo de la ciudad impedía
el comercio habitual.
A la escasez de
alimentos siguieron las pestes. Las descripciones señalan cómo los cuerpos de
los enfermos yacían en las calles, sin poder recibir cristiana sepultura.
Para la élite paceña fue una experiencia traumática. Les
parecía increíble haber sido asediados por los indígenas quienes, además,
ejercían el control de la ciudad. Con esta finalidad, Túpac Catari consideró
oportuno establecer su campamento en El Alto, desde donde se divisaba La Paz.
Aunque no lograron apoderarse de la plaza fortificada, la ciudad quedó
estrangulada e inclusive los rebeldes apelaron a inundar la ciudad, lo que
causó mucho daño a las casas. Pero maniobras políticas y militares, así como
líderes originarios contrarios al levantamiento acabaron con el mismo. Los
cabecillas fueron apresados y ejecutados.
Este levantamiento indio de finales del siglo XVIII fue el
más extenso geográficamente y con más apoyo. Tomaría dos años al gobierno
colonial sofocarlo.